¿Es Narcís Serra un ladrón?

"Entre el 2007 y el 2010, Serra cobró más de un millón de euros, a buen seguro bastante menos que su antiguo socio y buen amigo Miquel Roca, quien convierte en oro todo lo que toca con su bufete de alto copete"

Arcadi Calzada comparece en la comisión de investigación del Parlament.

Arcadi Calzada comparece en la comisión de investigación del Parlament. / DANNY CAMINAL

Ángel Sánchez de la Fuente

Ángel Sánchez de la Fuente

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La prensa informó hace tres semanas que el exministro socialista Narcís Serra se había quejado ante el juez Josep Maria Pijoan de que en la calle le habían llamado “ladrón” y que las protestas delante de su casa le habían causado “perjuicios familiares.” Todo ello era consecuencia de la imputación por su gestión como presidente de CatalunyaCaixa. A él y a 52 exmiembros del consejo de administración se les acusaba de haber aprobado aumentos salariales para el director general y su adjunto cuando la entidad era “insolvente” y había recibido 1.200 millones de euros de fondos públicos.

En su declaración judicial, el que fuera vicepresidente del Gobierno se defendió diciendo que la decisión de subir los sueldos fue “legal, leal y conveniente”. ¿Legal? O sea,que los responsables de la caja se atuvieron a la ley vigente. Incluso Serra llegó a decir a modo de enigmático desafío: “Que quede claro quién ha actuado cumpliendo la ley y quién no.” Toma ya.

Más: “Nosotros nos asesoramos. Era la forma normal de retribuir en el sector.” Sigamos. Además de legal, habló de leal. ¿A cuento de qué? ¿Lealtad a quién? Como no sea lealtad a su director general Adolf Todó... De hecho, el delito imputado alude a administración desleal.

Pero lo más curioso es lo de conveniente. ¿A quién convenía cobrar más a costa de lo que fuera? Está claro, si bien Serra lo explicó poniendo el único énfasis en que si los altos ejecutivos recibían una retribución mayor se les incentivaba para no marcharse a la competencia. ¿Cabe mayor despropósito que hablar de conveniencia cuando hay clientes que han perdido gran parte de su dinero y la entidad bancaria ha tenido que ser rescatada con fondos públicos?

Por un buen puñado de euros

Cuando en el 2005 Serra fue nombrado presidente de Caixa Catalunya no se le asignó un salario como tal, sino que cobraba en concepto de dietas, que debían de ser muy cuantiosas a juzgar por la expresión “elevados emolumentos” que ha utilizado el fiscal. A partir del 2007 ya percibió una remuneración como presidente no ejecutivo. Y en el 2010, cuando se avecinaba la fusión de su caja con las de Manresa Tarragona (que dieron pie a Catalunya Caixa), el legal, leal y conveniente Narcís se aumentó el sueldo (¿para evitar la tentación de fichar por la competencia?).

Entre el 2007 y el 2010, cobró más de un millón de euros, a buen seguro bastante menos que su antiguo socio y buen amigo Miquel Roca, quien, por cierto, convierte en oro todo lo que toca con su bufete de alto copete (con clientes como la hija del Rey). La alusión a Roca no es gratuita. Es conocida la anécdota de que el padre de la Constitución quiso afiliarse al socialismo catalán antes de entrar en el partido de Jordi Pujol. No pudo ser. Los socialistas le dijeron que con el ingreso de Serra ya se había cubierto el cupo de centristas socialdemócratas, que hasta ahí podía llegar la broma. Y Roca acabó en Convergència para triunfar por todo lo alto hasta que en 1986 se estrelló en la operación política que llevó su nombre, sin duda la más ruinosa que ha habido y habrá. Serra, en cambio, fue el primer alcalde de Barcelona en la etapa democrática (1979-1982), ministro de Defensa (1982-1991) y vicepresidente del Gobierno de Felipe González (1991-1995).

Al margen del vergonzoso espionaje del Cesid, que le costó la dimisión por ser el valedor de Emilio Alonso Manglano, que era el jefe de los servicios secretos, Serra consiguió, al frente de Defensa, neutralizar el golpismo de los militares y que estos aceptaran que el único mando lo asumiera el poder civil, es decir, el presidente del Gobierno. Reseñable fue también el gran impulso que dio como alcalde de Barcelona a la victoriosa candidatura de los JJOO del 92, que luego secundó su sucesor Pasqual Maragall.

Ejecutivos de guante blanco

En fin, volvamos a la pregunta del título de este artículo –¿es Serra un ladrón?—a ver si obtenemos una respuesta más o menos clara. Si echamos una ojeada al Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), podemos leer que ladrón es “el que hurta o roba.” Continuemos desentrañando el significado de las palabras. Hurtar es “tomar o retener bienes ajenos contra la voluntad de su dueño sin intimidación en las personas o fuerza en las cosas.” ¿Y robar? Robar es “quitar o tomar para sí con violencia o con fuerza lo ajeno.” Una segunda acepción no matiza tanto: “Tomar para sí lo ajeno, o hurtar de cualquier modo que sea.”

Parece evidente que el término robar, que implica más o menos algún tipo de violencia, no se ajusta mucho a los consejeros de administración de un banco, todos ellos bien trajeados y sin pinta de cacos con antifaz (en todo caso se trataría de ladrones de guante blanco, ¿no?). Más adecuado al caso que nos ocupa parece el verbo hurtar, ya que si se considera que los pingües sueldos de los ejecutivos en cuestión han salido del dinero público que aportamos entre todos a base de impuestos, se habrían tomado o retenido “bienes ajenos contra la voluntad de su dueño.”

El dueño no era ya Catalunya Caixa (en bancarrota, y nunca mejor dicho), sino el colectivo de paganos, que en este caso, además, habrían sido doblemente desposeídos de sus bienes si tuvieron participaciones preferentes. En suma, si a Serra le hubieran llamado granuja, bribón o bellaco, que figuran como sinónimos de ladrón en lenguaje coloquial, quizá no se habría molestado tanto. O sí.

Arcadi Calzada, el banquero de las “prácticas irrelevantes”

Otro político metido a banquero como Serra, aunque de segunda división, ha sido noticia por su gestión como presidente de Caixa Girona. Hablamos de Arcadi Calzada, quien de 1980 a 1995 desempeñó diferentes cargos nada desdeñables: presidente de la Diputación de Girona (1980-1983), alcalde de Olot (1993-1994) y diputado autonómico, siempre en las filas pujolistas de CDC.

¿Qué ha hecho este caballero en su etapa de mandamás de Caixa Girona (1996-2009) para que haya sido objeto de investigación por parte de la comisión del Parlament de Catalunya que analiza las responsabilidades por la desaparición de las cajas de ahorros catalanas? Según el propio Calzada, lo suyo han sido ciertas “prácticas irrelevantes.” Veamos las irrelevancias. Al margen de la concesión de créditos muy ventajosos a sus propios consejeros y de la emisión de facturas falsas, tomen note de otras dos prácticas irrelevantes: 1) la venta de cuadros de una galería de arte del propio Calzada para regalar en Navidades a los consejeros de su caixa, por un importe de 130.000 euritos; y 2) la contratación por parte de la Fundació de Caixa Girona (también presidida por él) de una empresa de asesoría, copropiedad de una hija suya, a la que pagó por sus servicios 500.000 euros.

¿Qué es lo que entenderá Calzada por verdaderamente relevante? Quizá esté dicho todo si se tiene en cuenta la respuesta dada al diputado David Fernández cuando este le preguntó si el presidente de una caja no habría de conocer que la ley no permite según qué actuaciones incompatibles: “Siempre consideré que no me afectaba en este tema.”

El cinismo es un gran invento.