tú y yo somos tres
Naipes con wolframio
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
Sin ser una serie de recreación histórica, otra de las virtudes que ha demostrado El tiempo entre costuras (A-3 TV) es la fiabilidad de las pinceladas históricas que aparecen en las tramas. Esta semana, por ejemplo, el empresario portugués Da Silva invita a Sira (Adriana Ugarte) a una cena en su mansión de Lisboa. Es una cena importante: gerifaltes del entorno de Hitler quieren cerrar un trato con empresarios portugueses para que les vendan wolframio. A Sira se le encomienda el papel de entretenedora de las señoras, y la vemos jugando a las cartas con las damas, alegremente, pero no se pierde ni una sílaba de lo que los caballeros, en una sala contigua, están negociando. ¡Ahh! Mientras ella le da al naipe con aparente frivolidad, se escucha a un militar nazi que exclama, enfurecido: «¡700.000 escudos por tonelada de wolframio es una barbaridad!», y mientras las señoras van acabando la partida de cartas, ellos también acaban por cerrar el trato a 650.000 escudos la tonelada.
Al margen de la labor de espía de Sira, que la interpreta de forma sensacional, el lance del wolframio no es un recurso. Este metal, que tiene el punto de fusión más elevado de la naturaleza, lo necesitaba Hitler para el blindaje de proyectiles y carros de combate. Y dado que China, primer productor mundial de wolframio, acababa de declarar la guerra a Japón (1941), Alemania tuvo que buscar nuevos proveedores, principalmente en Portugal y también alguno en España. O sea que la partida de naipes con wolframio de la mansión de Lisboa no ha sido un recurso baladí que se hayan sacado de la manga. La importancia del tungsteno -que es como llaman los ingleses al wolframio, y que también lo necesitaban- en el desarrollo de la segunda guerra mundial está bien documentada. Algún historiador ha llegado a asegurar que Hitler comenzó a ser derrotado cuando le cortaron la provisión de este metal.
UN RECADO.- No ha entrado al trapo Wyoming tras las alusiones que le lanzó el director de La Razón Paco Marhuenda en La Sexta noche. Pero le ha mandado un recado. A la vista del editorial de ese diario («Obama confía en Rajoy»), el sarcástico mordedor apostilló en El intermedio: «Es posible que sea cierto. Lo que no lo es de ningún modo es que alguien confíe en un editorial de La Razón». ¡Ahh! Perteneciendo ambos al mismo grupo empresarial, este enfrentamiento tiene una dimensión especial.
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