BARRIO MARCADO

¿Nadie se olía lo del Raval?

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lainz39600723 barcelona 07 08 2017 reprtaje sobre la droga en el raval 170812191910 / CARLOS MONTAÑÉS

Bernat Gasulla

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Jean-Baptiste Grenouille, el protagonista de 'El perfume', de Patrick Süskind, no tenía un olor propio, lo que le impedía que mucha gente se diese cuenta de su presencia. Una sensación similar deben tener estos meses los vecinos del Raval, hartos de que narcotraficantes ocupen pisos vacíos del barrio (unos 60)narcotraficantes  pisos vacíos del barrio para vender heroína. Hartos también de que las agujas que veían en los años 80 y 90, en plena efervescencia de la epidemia de sida, vuelvan a las calles, parques y jardines.

Los vecinos del Raval llevan meses manifestándose cada dos por tres exigiendo una solución del problema. Pero les debe pasar como a Grenouille. No deben tener olor propio porque nadie les hace ni caso.

La cadena de los hechos es tan aterradora como conocida en los cascos históricos de numerosas ciudades, no solo europeas. En una incipiente resurrección de la burbuja inmobiliaria, inversores de diferente pelaje se apropian de inmuebles enteros de un barrio céntrico y con un alto interés turístico. El nuevo propietario sube los alquileres y quien no puede pagarlos, se ve obligado a irse. Muchos pisos quedan vacíos, y en el intervalo hasta la reforma del edificio, los ocupan gente en riesgo de exclusión o maleantes y/o traficantes. Asqueados, muchos vecinos huyen del barrio codiciado.

Convivencia en peligro

No todos los afectados han tenido la suerte de tener como vecinos a gente como Gardel y Valentina, esos héroes de barrio que resistieron el acoso inmoral de unos indeseables y permitieron la recuperación social de un inmueble de un barrio popular de Barcelona.

Desgraciadamente, muy pocos tendrán esa fortuna. Ante la inacción de las administraciones, la justicia y las fuerzas de seguridad, los vecinos del Raval están al límite. Un grave problema de convivencia, la vuelta de la heroína a las calles del barrio, amenaza su seguridad y la cohesión social del vecindario.

Protestan, salen a la calle, organizan caceroladas, sufren por su integridad y reciben una respuesta escasa, en cuentagotas y claramente insuficiente.

Al Raval debe pasarle como a Grenouille. Nadie les huele.