MIRADOR

Nada es casual

JOAQUIM COLL

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Tan absurdo es creer que haya una conspiración para destruir al PSC, como ignorar la sobredimensión mediática que alcanzan siempre algunas disensiones. Los llamados críticos reciben así un potente estímulo para desmarcarse públicamente de la línea mayoritaria que lideraPere Navarro, discutida en sus órganos democráticos. El debate gira siempre sobre la misma cuestión: el equívoco derecho a decidir. De un partido de izquierdas cabría esperar que el eje de fricción interna fuese el socioeconómico, sobre todo en un momento histórico en el que el triunfo de la mundialización neoliberal hace imposible la democracia política en el marco de los Estados nacionales. La globalización ha matado el proyecto socialdemócrata que tan buenos resultados dio en la segunda mitad del siglo XX. Hoy hay muchas razones para que los socialistas recuperen su utopía socialista, y para que, en lugar de refugiarse en caducas soberanías, piensen y actúen a escala europea e internacional.

Que el debate en Catalunya esté tan obsesivamente centrado en la secesión no solo tiene un punto de enfermizo, sino que imposibilita construir una alternativa de izquierdas. Además, si para alguna cosa no sirve la independencia es para salir de la crisis; más bien al contrario. Es una ilusión populista que se ha apoderado de una parte de la sociedad, sobre todo de la clase media, ante la angustia que provoca la crisis y el mito del expolio fiscal. Es una grave irresponsabilidad que casi nadie lo advierta. Es cierto que un Estado independiente es muy goloso para las élites locales que se apoderan de sus instrumentos, pero no es garantía de mayor justicia, transparencia o democracia. Solo hay que pensar en el escándalo del Palau, en cómo se descubrió, y en el triste papel de las instituciones catalanas. Nuestras corrupciones no anticipan el país de ensueño que algunos prometen.

Que a las puertas de la Diada el PSC se vea sacudido por el debate soberanista no es casual. Sirve para meter ruido y desacreditar los avances de la alternativa federal. Algo parecido sucedió hace un año. Entonces,Artur Masestaba construyendo un relato para justificar la llamada a las urnas con la que esperaba alcanzar una mayoría excepcional. Tras su inesperado fracaso se ha convertido en prisionero de ERC. La hoja de ruta que ahora desarrolla es la del accidente insurreccional. Hace falta poner en estado de ebullición a la sociedad catalana. Y para ello es imprescindible un PSC domesticado o, por lo menos, visiblemente fracturado. El personalismo de algunas figuras sirve magníficamente a esta estrategia, entre otras razones porque la altísima consideración que algunos tienen de sí mismos les impide resistirse al anzuelo mediático. Y, claro está, fuera del PSC tendrían escaso protagonismo.