Dos miradas

Nación

Pedro Sánchez ha esperado a dejar el liderazgo del PSOE para reconocer que Catalunya es una nación

Pedro Sánchez y Jordi Évole, durante la entrevista del 30 de octubre del 2016.

Pedro Sánchez y Jordi Évole, durante la entrevista del 30 de octubre del 2016. / periodico

EMMA RIVEROLA

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«Catalunya es una nación», afirmó Pedro Sánchez Jordi Évole. Y en ese momento, más de uno en el PSC se debió debatir entre el consuelo del reconocimiento y la frustración por la tardanza. ¿En cuántas discusiones se enfrascaron, cuántos informes y ruegos partieron de los socialistas catalanes durante los dos últimos años para que, de una vez, de una puñetera vez, de una maldita vez, el secretario general del PSOE reconociera que Catalunya era una nación? Pero no, mientras ostentó el liderazgo socialista Sánchez se enrocó en esa memez de las singularidades. Absurdo, porque ya hace décadas que otros líderes del PSOE habían reconocido la evidencia. E inútil, porque negar el nombre de las cosas solo las dota del poder de la reivindicación.

La negación no es patrimonio del PSOE. En Catalunya somos especialistas en subterfugios: derecho a decidir por derecho de autodeterminación, desconexión por independencia… Se habla mucho y se dice poco. Y, por encima de todo, nos negamos a afrontar un debate público de calidad. Andamos escasos de conocimientos y sobrados de gestualidad, mientras el espíritu crítico se reserva para el contrario. Tiempo de verdades absolutas, de aprendices de brujo y de pócimas mágicas que poco tienen que ver con la realidad. Preferimos acumular términos innombrables que sumar acuerdos. Catalunya es una nación. España, una nación de naciones. Lo que no está tan claro es si sabemos qué hacer con ella.