Músicas, fanfarrias y charangas

XAVIER Bru de Sala

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Mientras los analistas propagandistas del proceso empiezan a bajar del burro de la repetición de elecciones al Parlament (y mira que les ha costado y les cuesta entender que Mas no puede anular el plebiscito que él mismo convocó); mientras analistas-estrategas del unionismo abogan por pasar de la amenaza a la intervención rápida y fulminante (sin tener en cuenta que puede provocar la independencia exprés y sin tener en cuenta que el Parlament no aprobará una DUI sino una provocación en forma de desobediencia simbólica y muy limitada); mientras los partidarios de imposibles acuerdos inmediatos reclaman de los independentistas instrumentales que abandonen el instrumento, con el argumento de que desafina, antes de haber obtenido el más mínimo resultado (quizás teniendo demasiado en cuenta que la división interna es el gran riesgo); mientras todo esto pasa, y mientras la campaña incrementa, a mayor gloria de la confusión general, los decibelios de las cuatro milongas rivales -Desconexión, Intervención, Referéndum y Elecciones al Parlament-; mientras pasan todas estas músicas, fanfarrias y charangas por las avenidas mediáticas, haremos bien en orientar las antenas al fenómeno social y político portador del auténtico germen capaz de provocar la ruptura del Estado.

¿De qué se trata? ¡Del eje cambio-no-cambio! El viejo independentismo instrumental, el que ya conocemos, es transversal y se nutre de gente de orden procedente de la sòcio-vergència. Los viejos independentistas instrumentales no pasan por su mejor momento. Si no hay interlocutor, si no existe más reacción audible, no digo creíble, que amenaza, mayor regresión de autogobierno y «cierra España», no tienen otro remedio que invernar y enquistarse -con un mutismo heroico- a la espera de la siempre hipotética y nunca entrevista primavera del diálogo.

Según las encuestas, la España de los próximos cuatro años estará ampliamente dominada por PP, C's y PSOE, los del no-cambio (el PP rechaza el maquillaje y las otras dos no). En Catalunya, en cambio, ganarán, y de largo, las fuerzas del cambio, incluso del doble cambio, nacional y social. En las antípodas, doble cierre, también nacional y social, de la España dominada por el PP, con el PSOE y C's en el papel de acólitos.

Si el 20-D no proporciona una sorpresa agradable, la fuente del nuevo independentismo instrumental es la más que previsible frustración de la izquierda catalana. La de la izquierda mayoritaria, que el PSC ya no representa, y no se conformaría ni con retoques de maquillaje. La clave de vuelta del futuro de Catalunya se llama justicia social. Lucha catalana en solitario contra la injusticia social hispánica, que seguirá creciente, sino galopando.