Al contrataque

Música en el Palace

MANEL FUENTES

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Hoy les quiero hablar de música y de Joan Valls. Probablemente muchos de ustedes no saben de su existencia, pero tiene biografía como para ser entrevistado en la contra de cualquier diario, aunque pudor suficiente como para que eso no haya pasado aún. Es el director del Hotel Palace de Barcelona tras relanzarlo hace unos años con un gusto y una delicadeza por su restauración dignos de elogio. Pero al margen de un hotelero que ama su oficio, y por extensión a sus clientes, Joan es un apasionado de la vida y de la música.

Les cuento. A mediados del año 96, siendo él director del Hotel Havana, se inventó algo llamado cena  blues, que sirvió para dar trabajo cada jueves a August Tharrats al piano, a Artur Regada al contrabajo, a Aldo Munari a la batería y a la maravillosa Txell Sust cantando. Convenció a la propiedad para que ese sueño fuera posible, un sueño al que se sumaron infinidad de músicos más, como Amadeu Casas, Nono Fernández o estrellas internacionales que estaban de paso por el hotel. Si para muchos nuestra vida está influenciada por el rock, en el caso del director del Palace el blues se adueñó de su alma a través de su padre, también hotelero. Un marinero negro americano se fue del hotel sin pagar y para aminorar los daños vendieron el equipaje abandonado. Y dentro había discos de jazz y de BB King con los que se hizo el padre de Valls. Y así se fraguó esa extraña mezcla de un servicio de cinco estrellas con un amor total a la música que hoy continúa. Hace unos meses el guitarrista de los Stones, Ron Wood, ocupaba páginas en los diarios por su estancia en Barcelona y se contaban muchas leyendas a su costa, pero si Ronnie cogió su guitarra y se puso a tocar en el bar Rien de Rien del Palace fue por su conexión con Joan Valls, que lógicamente también terminó en el escenario. Y no solo Wood. El guitarrista de blues Tom Principato ha actuado hasta tres veces sin que nadie se haya enterado.

Guitarra firmada y robada

Y ahí es donde radica la magia de Joan. No lo hace por figurar. No busca la publicidad. Él es músico y comparte código de honor con sus colegas. Y es que aunque lleve traje y corbata, peine canas y esté educado bajo la flema británica como uno de los mejores directores de hotel que conozco, en su despacho siempre guarda una guitarra eléctrica. Y verlo tocar y reír en el escenario te conecta con su mundo más íntimo. El otro día unos desaprensivos le rompieron el cristal del coche y se llevaron una guitarra que tenía en el asiento de detrás. Aparentemente, nada que no se pudiera subsanar con dinero. Pero el disgusto de mi amigo es grande: esa guitarra es con la que había tocado con Ronnie Wood, que incluso se la dedicó. Espero que los que se la quitaron se pongan en contacto para arreglar un tema sentimental para Joan. Y si no, yo ya le digo que no sufra. Que seguro que en breve tendrá otra firmada por todos los Rolling Stones.