EL ATENTADO DE BARCELONA
Un mundo diferente
Twitter y Facebook informan a otro ritmo, el de la realidad sin el filtro de los profesionales, más a flor de piel
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
JORDI PUNTÍ
Ahora vivimos en un mundo diferente. Ya lo sabíamos antes, hace tiempo que nos estamos acostumbrando, pero el ataque terrorista es un cursillo acelerado a este nuevo mundo. O nuevos mundos. Como mucha gente, nada más conocer la noticia me senté, consternado, frente al televisor. Quería saber más, saberlo todo. Si hubiera salido a la calle, caminando diez minutos en línea recta habría llegado al lugar de los hechos, pero no habría servido de nada. Oía las ambulancias ahí fuera, los helicópteros.
Al cabo de 20 minutos de ver la tele, me di cuenta de que todas las cadenas repetían lo mismo, la información prudente. A falta de novedades fiables, las mismas imágenes, una y otra vez. Con una tableta empecé a seguir lo que ocurría en Twitter, Facebook. Era otro ritmo, la realidad sin el filtro de los profesionales, más a flor de piel.
Hace falta un retorno al relato periodístico de fondo, al ensayo, al pensamiento. Hay que confiar más en ello. O todo estará perdido
Las fuentes directas, los Mossos que informaban y daban consejos. Junto a ellos los mensajes de apoyo, la solidaridad de taxistas, gente que iba a dar sangre... Todo surgía como un coro de voces sentimental, el lado humano de la tragedia, pero en medio también estaban las noticias falsas, los rumores, la mala fe, la exhibición insensible del dolor de las víctimas. La inmediatez despierta a los impulsivos de verbo fácil. Están los sensatos, pero también los conspiradores y los paranoicos.
Evitar el sensacionalismo
A medida que la onda expansiva de la noticia avanzaba por el mundo, me llegaban los mensajes de amigos lejanos que querían saber cómo estaba. Barcelona en el mapa del terrorismo. Ahora, en este mundo diferente, todo es más directo, más personal, pero todo está tocado por la incertidumbre. A los informativos de televisión les cuesta seguir el relato narrativo que se crea en directo en las redes sociales, como si llevaran un retraso de diez minutos, pero a su vez hace falta un entrenamiento para no caer en el sensacionalismo.
¿De dónde sacamos el criterio para discernir la información entre la propaganda, la noticia en medio de la especulación que da clics a los medios on line? De las mismas redes sociales, no creo. Hace falta un retorno al relato periodístico de fondo, al ensayo, al pensamiento. Hay que confiar más en ello. O todo estará perdido.
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