La composición del nuevo Parlament

Mujeres y mentiras

La CUP no cuenta con "diez diputadas" sino solo con tres lo que hace dudar de su apuesta feminista

Amparo Moreno Sardà

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El debate en la campaña electoral a las elecciones del 27-S, tan intenso y polarizado en torno a la independencia, apenas ha dejado espacio para abordar los problemas que las ciudadanas y los ciudadanos hemos de resolver cotidianamente, evaluar la situación en la que nos encontramos y optar por quienes se comprometieran con las mejoras imprescindibles. El paro o las jornadas excesivas, los salarios precarios y también los desmesurados, la enseñanza con sus repercusiones en las jóvenes generaciones, la sanidad, las necesidades de las personas más vulnerables por diferentes condiciones, la vivienda…, incluso el coste de una Administración sobredimensionada y poco eficaz pero de la que se benefician todos aquellos que en los últimos años se han aposentado en los aparatos de los partidos políticos, han quedado en segundo término, como si el Govern no tuviera competencias para resolverlos y pudieran posponerse.

Ciertamente, si recordamos lo que hemos visto y oído estos días, podemos concluir que el silencio en torno a estas cuestiones ha sido proporcional a las responsabilidades que han tenido los miembros de las distintas candidaturas en dar soluciones: los representantes de Junts pel Sí, la candidatura que ha arropado al todavía presidente de la Generalitat y al jefe de la oposición que no ha ejercido como tal, y los representantes vinculados al PP del Gobierno de Rajoy, han sido los más interesados en ahogar el debate sobre lo que han hecho o no en los últimos años, alimentando confrontaciones a favor o en contra de la independencia; mientras que los restantes han procurado introducirlos, conscientes de que afectan y continuarán afectando a las personas antes y después de depositar el voto en las urnas.

La CUP ha resumido sus opciones sobre estas cuestiones al presentarse como una opción feminista y anticapitalista, además de independentista. Pero, ¿cómo se concreta el trabajo feminista «por un país… desligado de las formas de dominación patriarcal», del que habla en su web? Supongo que, entre otras medidas, se proponen promover que las mujeres, sobre las que habitualmente cae el peso de las tareas cotidianas del cuidado a las personas, por tanto, de la mayoría de los problemas sociales, puedan disponer de recursos para hacerlas compatibles con otras actividades; y, a la vez, que los hombres, habitualmente limitados a actividades vinculadas a la gestión del poder, se impliquen en estas tareas y las compartan. Pero a falta de concreciones, examinaremos una primera decisión que ya es clara y firme: el número de hombres y mujeres que cada opción ha incorporado en sus listas y se incorporarán al nuevo Parlament.

Escucho en un programa de radio a Anna Gabriel, número dos de la CUP, explicando las posturas que adoptarían «las diez diputadas al Parlament» de su formación. ¿Lo he oído bien? No recuerdo que su lista esté formada solo por mujeres, al menos el número uno es un hombre. ¿Utiliza el femenino para reforzar la voluntad feminista de la organización? Reviso las listas para identificar cuántas mujeres y cuántos hombres ocuparán los escaños en el nuevo Parlament, y advierto que de los 135 diputados, la mayoría (88), serán hombres y las mujeres continuarán en minoría (47): casi dos tercios frente a poco más de un tercio. Si analizamos el número de mujeres de cada lista vemos que tres están por encima de este promedio: el PSC cuenta con la mayor proporción de mujeres, 7 de los 16 diputados, casi el 44%; en segundo lugar, Catalunya Sí que es Pot, con 4 diputadas de los 11, poco más del 36%; y en tercer lugar, Junts pel Sí, con 22 diputadas de los 62, algo más del 35%. Por el contrario, las otras tres listas presentan una proporción de mujeres inferior a la media: Ciutadans cuenta con 8 diputadas del total de 25 (32%), una de ellas la única que encabezó una lista; en siguiente posición la CUP, con 3 mujeres de los 10 parlamentarios (30%); y en último lugar el PP, con 3 mujeres de los 11 parlamentarios (algo más del 27%).

En definitiva, el nuevo Parlament continuará pareciéndose a los anteriores por el mayor número de varones. Y la CUP no tiene 10 diputadas sino tres, dato que le sitúa en la penúltima posición, muy cerca del PP y desmiente al menos en parte uno de los eslóganes de su campaña. En cualquier caso, aunque la presencia equilibrada de mujeres y hombres es un indicio de equidad, no garantiza ni mejor gestión de los recursos colectivos, ni mayor justicia social. Pero mentir, falsear datos, además de ser una técnica de la propaganda más negra, nos hace dudar del comportamiento de los representantes de una candidatura que se presenta feminista y antipatriarcal, y deja tan poco espacio a las mujeres.