Pequeño observatorio

Las mujeres avanzan y ganan

La gran revolución social discretamente iniciada en el siglo XX ya no se puede detener

Cursa de la dona en Plaza Espanya

Cursa de la dona en Plaza Espanya / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Para hablar un rato conmigo ha venido a casa una periodista. Y cuando se ha ido he pensado que periodista es una palabra curiosamente engañosa, periodistaporque no supone ni masculino ni femenino. Tenemos editor y editora, autor y autora, escritor y escritora, pero no diremos nunca, si nos entrevista un hombre, que hemos hablado con un periodisto. Hay unas palabras, pues, que terminan en a y que solo son interpretables correctamente si tenemos en cuenta si llevan delante un el o un ella.

Mi ignorancia sobre este tema me ha llevado a pensar sobre el papel que lo femenino –el papel de la mujer– ha tenido a lo largo del tiempo, a lo largo de la historia. Desde los tiempos más antiguos las mujeres se han ocupado, y preocupado, por el núcleo familiar. Este era su trabajo mientras el hombre se iba a cazar, a buscar alimentos, a luchar contra los competidores.

¡Qué cambio tan notable se ha producido en la evolución humana! Ahora las mujeres cazan trabajos, incluso dirigen empresas. Hacen deporte. Son embajadoras de un país. En los inicios del progreso femenino, la mujer aún era subalterna. Ahora es competitiva. Interviene en política, a menudo de una manera destacada. Y si yo hiciera un disparate público, es posible que me arrestase una mujer.

Tiempos pasados oscuros

Esta es la gran revolución social que se iniciaba discretamente en el siglo pasado y que ahora ya no se puede detener. Quede para la historia, no muy lejana, lo que se ha llegado a escribir sobre la mujer. «La mujer siempre será estúpida, aunque se ponga una máscara de persona» (Erasmo). «No hay mujeres peores que otras mujeres» (Regnier). «Ninguna malicia es comparable a la de la mujer» (Eclesiastés).

Los jóvenes de hoy no lo entenderán: costó tiempo admitir que la mujer tenía la condición de persona. Afortunadamente, cada vez son más los hombres que las respetamos. Conscientes o no de que la diversidad es un instrumento de libertad contra el totalitarismo.