La mujer más odiada

RAMÓN LOBO

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El Partido Demócrata es como el PP, una falsa balsa de aceite en la que la mayoría se alinea detrás de Hillary Clinton como si fuera un mal inevitable. Solo Bernie Sanders ha logrado agitar las primarias y el debate, dirigiéndose más a la conciencia de lo que dejaron de ser que a convertirse en la esperanza de una regeneración.

El Partido Republicano es como el PSOE: todos disparan contra el candidato. Andan los barones del GOP, el llamado Great Old Party, aprendiendo a convivir con Donald Trump, sumidos en cálculos electorales para adivinar si están ante una catástrofe o un milagro. No está en juego solo la presidencia, también el control del Congreso.

El sensacionalista' The New York Post' acertaba al menos en el título sobre el asunto de fondo: “Los 'Jamás-Trump' contra los 'Jamás-Hillary'”. Sería una cuestión de restas más que de sumas. Ante este panorama no esperen ríos de ilusión. El 'Yes We Can' de 2008 es historia; ahora todos sabemos los límites.

Salvo imponderables bíblicos o de salud, habrá duelo al sol Trump-Hillary. Dará juego, decenas de titulares y algún que otro escándalo: un misógino, por ser suaves, contra una de las políticas más odiadas de EEUU no puede pasar desapercibido.

El extravío republicano

Muchos desdeñan a Hillary porque la fórmula mujer + inteligencia representa una amenaza; otros ven en ella una fría elitista más próxima a Wall Street y sus intereses que a sus electores. Los más la suspenden por ser mujer de Bill Clinton, diana de las diatribas ultraconservadoras. Le vieron como una anomalía cronológica entre el primer Bush y el segundo. Contra él surgió el extravío republicano, agravado desde hace años por Obama. Después de soportar a un negro tendrán que aguantar a una mujer. Este 'kukluxklanismo' subyacente conecta con Trump.

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Habrá perlas machistas -Trump ya culpó a Hillary de las infidelidades de su marido-, trucos barriobajeros, ruido y poco argumento profundo. Una parte de la guerra será de guerrillas y se librará en las redes sociales; ambos han movilizado a sus ejércitos de troles. Será una campaña negativa; es decir, a la española.

Hillary tiene asegurado gran parte de voto negro, que hereda de su marido; también el hispano (53% frente a 16%). Y el de la mujer. Pero estas cosas no funcionan a veces como dicen las encuestas. El discurso populista de Trump tiene el favor de los hombres blancos afectados por la crisis económica. Este tipo de cabreados exigen un antisistema, y Trump lo representa, al menos en sus 'boutades'; ella es el sistema.

El equipo de Hillary confía en atraer a una parte de los republicanos moderados que sienten rechazo por las formas y el fondo de Trump, que preferirán a una demócrata moderada que a un millonario loco. No sería un gran salto ideológico. Siempre se ha dicho que la diferencia entre republicanos y demócratas es la misma que hay entre la Coca Cola y la Pepsi Cola, una cuestión de gustos.

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Los sondeos de estimación de voto son favorables, de momento, a Hillary: la media de las encuestas le otorgan un 47,34% frente al 41,6% de Trump. Recuerden que se trata de una elección indirecta: es necesaria la mayoría absoluta del Colegio Electoral compuesto por 538 compromisarios. Se necesitan 270 para ganar.

Según los mismos sondeos, Hillary tiene 227, entre seguros, posibles y probables, frente 143 de Trump. Hay 168 por decidir. Los estados con mayor número de delegados son de tradición demócrata: California (55) y Nueva York (29). Texas (39) vota republicano. Los estados que deciden presidentes son Florida (29), Ohio (18) y Pensilvania (20); los tres se hallan en el grupo de los indecisos.

El problema de Trump es su impredictibilidad; no encaja en los manuales políticos, por lo que resulta complicado preparar una estrategia. El equipo de Hillary tendrá que ser imaginativo, flexible y rápido. Su sueño es que Trump diga alguna gran barbaridad; si la lanza en un debate televisado y en 'prime time', mejor. El único que puede derrotar a Trump por KO es Donald Trump. Pero incluso en eso es impredecible, como su electorado, que parece capaz de asumir cualquier salida de tono.

La derecha republicana agrupada en torno a Fox News (13Tv pero con medios) sigue con el asunto de los correos electrónicos de Hillary, estirando un supuesto caso que no parece dar más de sí. Además acusan a la candidata de crear el Daesh (sí, han leído bien: el Estado Islámico) y de recibir dinero de China. El ventilador de la mierda está en marcha desde hace años, pero ahora llega Trump, el maestro en esparcirla.