tú y yo somos tres

Se mueven pero no se llaman

FERRAN MONEGAL

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Escribía Jordi Évole, ayer, en la contraportada de este diario, autoanalizando el colosal encuentro que consiguió entre Artur Mas y Felipe González (Salvados, La Sexta): «Igual no se movieron de donde estaban. O sí. Pero el movimiento es tan sutil que tampoco hay que pretender que se vea en una hora de tele». Efectivamente: en política, los pesos pesados, cuando se mueven, lo hacen siempre a través de una aparente inmovilidad formal. Siguen a Aristóteles, probablemente sin saberlo, cuando decía: «En todo el animal político hay algo que mueve, y es inmóvil», lo cual no es un contrasentido, sino la constatación de que la inmovilidad, stricto sensu, no existe. ¡Ah! El haber logrado el cara a cara entre Mas y González es la demostración de esta movilidad. Podríamos intentar interpretarla. A lo largo de la charla hemos visto que ambos se han movido por motivos diferentes. Artur Mas reiteró su decepción ante una puerta a la que siempre que ha llamado la ha encontrado cerrada. O sea, podríamos interpretar que su movimiento es fruto del desengaño. Felipe González por su parte, cuando dijo aquello de «Créame, en Europa no solo no son neutrales, sino que están aterrados de pensar que pueda haber una desarticulación territorial»; cuando Felipe hizo esta advertencia, les decía, lo que también estaba explicitando era que el aterrado era él ante la posibilidad de la independencia catalana. O sea, que el movimiento de Felipe quizá fue a partir de un sentimiento de espanto. En cualquier caso, el mérito de Évole, el valor de su programa, ha sido haber conseguido propiciar el movimiento -todavía no me atrevo a hablar de aproximación- entre dos notabilísimos ejemplares de la más selecta aristocracia política. Un movimiento que interesó al 30% de la audiencia en Catalunya y a casi un 20% de la audiencia en España.

Hubo un momento particularmente meditable. Fue cuando Mas dijo que no hablaba con Rajoy desde el pasado mes de agosto. Saltó entonces el Évole periodista, sagaz, rápido, y le preguntó: «¿Tiene su teléfono? Si quiere le llamamos»«No lo tengo» contestó MasÉvole preguntó a Felipe«¿Usted lo tiene?». Y éste contestó: «No. Tengo el de su gabinete». ¡Ahh! Qué país este en el que sus políticos más principales ni siquiera tienen su teléfonos personales para llamarse. Y qué momento televisivo más colosal si Jordi hubiese podido llamar a Rajoy, en presencia de Artur Mas y Felipe Gonzalez.