Dos miradas

Muerte y justicia

Que un ministro de Justicia diga lo que dijo Catalá al saber la noticia de la muerte de Rita Barberá genera escalofríos

SALIDA BARBERÀ

SALIDA BARBERÀ / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Que un ministro de Justicia diga lo que dijo Catalá al saber la noticia de la muerte de Rita Barberá genera escalofríos. Con la acusación de tono moral que hizo contra «los que habían hecho o dicho» algo de la senadora insinuaba que eran culpables de su muerte. Porque habló de conciencia, y eso implica un cierto grado de culpabilidad para todos aquellos que la acusaron en vida. Entiendo que las declaraciones se producen en un momento delicado y que quizá no están suficientemente meditadas. Pero no las hace un tipo cualquiera, sino una alta magistratura del Estado. ¿Qué quiere decir? ¿No tenían ni un gramo de razón los que la acusaban? ¿Que fue a causa de las infamias -las «barbaridades», dice- que se han escrito de Barberá que esta mujer ha sufrido un infarto? El atrevimiento de la denuncia es indignante, como lo fue, puestos a recordar, el gesto de desprecio que Barberá dedicó a los familiares de los muertos en el metro de Valencia cuando gritaban bajo el balcón del Ayuntamiento.

Ayer mismo, un político diametralmente opuesto a la exalcaldesa dijo: «No es justo que alguien muera en estas circunstancias». Hombre, si hablamos de justicia no es justo que una abuela muera en su casa porque tiene que calentarse con una vela. Pero que una mujer muera de un ataque al corazón en un hotel no es justo ni deja de ser justo. Es lo que pasa, que la gente se muere. Más allá de si muere tras una larga enfermedad o de repente. Nos morimos. Y punto. Es lo que tiene la vida.