tú y yo somos tres

La muerte y el azar televisivo

FERRAN MONEGAL

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No sabemos cómo habrían recibido, cómo les habría impactado, a los Alcántara de Cuéntame... (TVE-1), la noticia de la muerte de Adolfo Suárez. Pero ya hemos visto cómo han vivido lo que podríamos llamar su muerte política, aquella escena de octubre de 1982, en la sede del CDS, cuando asisten al recuento de los votos de la jornada electoral y comprueban el tremendo desplome del partido, y de su líder: solo obtuvo dos diputados. Queda Antonio Alcántara, gran fan de Suárez, absolutamente afligido. Su esposa Merche también, pero por otro motivo. Los guionistas de este nuevo Cuéntame..., tan irreconocible, dibujan aquellas elecciones a partir de un perverso diseño argumental: retratan la victoria socialista en base a una tragedia y a un cataclismo. La tragedia es el hundimiento político de Suárez. El cataclismo es que el matrimonio Alcántara se derrumban porque Merche descubre que Antonio le pone los cuernos. ¡Ah! Lo de Merche es tremendo. Enormemente herida, protagonizó esta semana un momento terrible. Ocurre cuando en su taller de costura recibe los nuevos sujetadores que llevan un relleno primoroso, una textura delicada y sutil que aumenta el volumen del pecho de forma superlativa. Mira Merche el nuevo sujetador, y en lugar de analizarlo con interés, lo desprecia con furia. Lo palpa con rabia. Lo estruja. Le quita el relleno de golpe. De un manotazo. Y exclama, existencialmente hundida, abatida: «Es igual lo que metamos dentro del sujetador. Todo es mentira. A las únicas que nos engañamos es a nosotras mismas. El problema no es con qué nos tapamos, sino lo que hay cuando nos desnudamos». O sea, demuestra Merche de forma bien explícita que su gran dolor es porque cree que la operación de pecho que sufrió, las cicatrices que surcan su busto, son la causa de la infidelidad de Antonio, su marido. Y remata esta secuencia con una frase desesperada, durísima, injusta pero humanamente comprensible, dirigida a todas las esposas que han sufrido la misma intervención quirúrgica que ella: «¡No tenemos nada que hacer con una mujer al lado que está entera!». La mujer entera es, naturalmente, Paz, la amante de su marido.

El azar, o la fatalidad televisiva, ha entreverado la muerte real de Adolfo Suárez, ocurrida ayer domingo, con su muerte política de 1982 según la óptica de esta teleserie. Una óptica cada vez más extravagante y discutible.