Mucho trabajo por hacer

XAVIER GINESTA

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El anuncio de la fecha y la pregunta me cogió comiendo, tranquilamente, con el profesor <strong>Robert Govers.</strong> Holandés de nacimiento, vive en Flandes después de pasar cuatro años trabajando como consultor en Dubai. De hecho, su visita a Catalunya debía ser profética: su especialidad es el posicionamiento internacional de países y, precisamente, ya tenía agendada una visita a la sede del Diplocat para conocer de primera mano el engranaje de la diplomacia pública catalana antes del estruendo del jueves. Govers es editor de la prestigiosa 'Place Branding and Public Diplomacy', una de las revistas de referencia del sector.

Entre la algazara política --y el dolor de estómago producido por las primeras reacciones que llegaron desde Madrid-- es un bálsamo el análisis pausada que Govers, al igual que otros académicos que lo miran desde la distancia, pueden hacer del momento convulso que vive el país. Recuerdo, también, un paseo por Vic con el profesor Jay Rothman (presidente de la Aria Group Inc.) Comentando, ya hace tiempo, el callejón sin salida con la que ha llegado la actual situación política de Catalunya. Ambos, un holandés y un estadounidense, un casado en Flandes y otro de origen judío, llegaban a la misma conclusión: Catalunya debe poder superar el simple debate económico y anclar sus reivindicaciones en la identidad cultural. Como Flandes, me decía Robert, "que pone el hecho de que hablan holandés como base de su posicionamiento". Este es el gran reto que tienen los defensores del 'doble sí': explicar al mundo por qué Catalunya debe ser independiente. Hay que entrar en el debate de la geopolítica, sabiendo que, desgraciadamente, hoy por hoy la sociedad líquida busca argumentos simplistas, populistas y de perfil bajo, como los que Madrid hace tiempo que usa para justificar la posición más unionista.

Esta misma mañana, también hablaba de ello con un turista estadounidense con cara de no entenderlo demasiado: el reto de los independentistas es, incluso, intelectual. Mientras la unión será defendida a base de obviedades (o amenazas de talla franquista), la secesión de Catalunya requiere de ingenio para construir un 'storytelling' singular, genuino. Un argumento que, ahora más que nunca, hay que pensar para convencer a los de casa y a los de fuera: la encuesta de GESOP para EL PERIÓDICO anuncia un 20% de indecisos ante la consulta. Y hay que decir que una doble pregunta como la que se ha buscado --a fin de cuentas para contentar a todos-- obliga además a un mayor ejercicio de imaginación a la hora de plantear el argumentario favorable a la doble respuesta afirmativa, opción que en estos momentos no llega al 50%, según las encuestas.

Hay que reconocer la valentía y el liderazgo del 'president' Mas: ha cumplido. Y también el compromiso de las fuerzas políticas favorables al derecho a decidir a buscar un acuerdo. Pero también hay que poner de manifiesto que la solución final no encara el proceso por un camino de rosas. El debate sobre la interpretación de los futuros resultados ya se ha puesto sobre la mesa y, por supuesto, que los escenarios de futuro que se abren a partir de ahora --tanto si finalmente se hace la consulta como si Madrid se sale con la suya-- son de una alta complejidad. Para todos aquellos que no confiaban en la política, los partidarios del derecho a decidir les han demostrado que quizá sí que llega un momento en que se pueden tomar grandes decisiones. ¿Será este el primer "gran pacto de Estado" como rezaba alguna editorial? Para los que nos la creemos, es el momento de demostrar que --sea cual sea el escenario de futuro-- el camino recorrido ha valido la pena hacerlo hasta el final.