Punta de cuchillo

Morro con las reservas

PAU ARENÓS

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En dos establecimientos recién abiertos (Tapeo Bar, de Dani Rueda, y Kak Koy, la brasa japonesa de Hideki Matsuhisa, capo del Koy Shunka, que pronto serán croniqueados), la misma inquietud: ¿cómo administrar las reservas?

La idea inicial de ambos es que come y bebe el primero que entra: quieren preservar el espíritu del bar, de un lugar sin protocolo, así que (de momento) no tendrán teléfono. Cerrar acuerdos con los clientes (eso es una reserva) se les atraganta a los restauradores como una aleta de tiburón cruda. Mucho desaprensivo con teléfono, gente que se compromete y que no acude, dejando comedores con los manteles al aire.

La solución enfada: cobrar un porcentaje por adelantado (de la misma manera que si compras una entrada de teatro y no vas, no reclamas la devolución). Eso se lo pueden permitir restaurantes excepcionales con cuentas abultadas, pero ¿y los que  se frecuentan a menudo y se mueven en torno a los 20 euros?

Siempre que como o ceno reservo y asumo que, en el futuro, habrá que pagar un peaje por culpa de los irresponsables que no cumplen. Amigo cliente: deja el morro y preséntate en el lugar y a hora.