Un modelo para Barcelona

Moratoria turística y algo más

Hay que marcarse una hoja de ruta consensuada, como se ha hecho desde 1984 con Maragall

JOSEP FRANCESC VALLS

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No es ninguna mala idea pararse un momento a analizar la evolución comparada entre la oferta y la demanda. Mirar si las plazas de alojamiento turístico -hoteleras y de apartamentos- crecen al mismo ritmo que los que nos visitan, se han disparado o van por debajo del flujo. Más todavía, intentar desentrañar qué ritmo de crecimiento deseamos para nuestro turismo urbano en los próximos años y acompasar las infraestructuras, los servicios, los equipamientos y todo lo que ponemos a su disposición. Barcelona posee modelo turístico y goza de la presencia de visitantes muy diversos, pero le falta saber hacia dónde va, qué le aguarda a corto, medio y largo plazo; en fin, qué escenario crear para encajar en él.

Ya había cierta sospecha del posible desajuste. Aunque nadie se había arriesgado a estudiar a fondo la cuestión. De este modo, el anterior gobierno municipal de Xavier Trias estaba controlando ya el crecimiento de los apartamentos turísticos en el centro de Barcelona -aunque por otros motivos- y muchos levantaban la voz sensata para que se estudiaran no solo los apartamentos turísticos sino toda la oferta de alojamiento y más allá. La promulgación de la moratoria de hoteles y apartamentos turísticos nos coloca ante un escenario nuevo: ya no se trata de suposiciones o sospechas, sino de un punto de partida.

¿Es mejor paralizar todas las licencias de alojamientos turísticos durante un tiempo o bien promover un debate y buscar un acuerdo directo con todos los actores urbanos? Siempre me he decantado por lo segundo, al estilo de Pasqual Maragall cuando tomó la iniciativa de desarrollar esta ciudad sentando las bases que la han conducido a convertirse en una de las más atractivas del mundo. Pero me parece que la decisión de Ada Colau se presenta como una oportunidad para trabajar en la misma línea. Sobre todo, si se desarrollan en un tiempo prudencial las siguientes etapas: 1) análisis riguroso del escenario actual y sus causas; 2) excelente prospectiva en torno al escenario futuro en el que va a vivir una ciudad con el tirón de Barcelona; 3) debate entre todos los actores -las empresas turísticas, el ayuntamiento y el sector público, y la ciudadanía- para establecer un plan que reparta beneficios y cargas; 4) acuerdo entre todos, y 5) seguimiento de la hoja de ruta trazada a golpe de consenso, como se viene haciendo desde 1984, cuando se inició la redacción del Plan Estratégico Barcelona 2000, piedra angular de todo lo sucedido en los últimos 30 años, con más de 1.500 asociaciones ciudadanas firmando el documento fundacional. Los que rodeaban al alcalde Maragall en aquel momento tenían más prisa que él por ponerle hilo y aguja al plan; él lo frenó hasta que hubieron firmado todos. En los últimos 20 años, en Madrid los proyectos turísticos ni han llevado la firma de todos los grupos municipales ni de las instituciones ciudadanas. Y así les ha ido.

Desde nuestro punto de vista, no hay dos Barcelonas ante el turismo, una a favor y la otra en contra. Cuando, en octubre del año pasado, Esadecreápolis y EL PERIÓDICO organizamos un acto sobre el modelo turístico de Barcelona, todos los asistentes arrancaron el uso de la palabra afirmando que el turismo era una actividad económica indispensable. Luego cada cual matizó su propuesta, pero nadie se mostró contrario al turismo. Se trata de conseguir que el desarrollo de los negocios turísticos preserve el derecho de los ciudadanos a vivir y mejorar sus hábitats y culturas mientras los turistas viven su experiencia.

Dos apuntes finales para el proceso que empieza. El primero, si se cumplen las cinco etapas enunciadas anteriormente de la moratoria, lejos de desaparecer Barcelona del mapa de las inversiones hoteleras internacionales, demostraremos que aquí se trabaja con seriedad y que la sostenibilidad no es un asunto para trivializar. Y el segundo, en Boston apareció hace años la Redevelopment Authority. De este ente de planificación urbana, ampliamente desarrollada en Estados Unidos, penden unos excelentes estudios de prospectiva que indican cuáles son, a juicio de los expertos, las grandes tendencias de futuro de la ciudad. A tenor de las demandas previsibles, se atreven a indicar, entre otras cosas, si a corto o medio plazo la ciudad va a necesitar habitaciones vacacionales o de congresos, más o menos salas de congresos, etcétera. Pieza indispensable para un puzle bien ordenado de una ciudad que reflexiona sobre su modelo turístico.

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