El monumento de Cadena a los dibujantes

Formo parte de una peña desde hace ya bastantes años. (Tal vez para los lectores más jóvenes habría que decir, resumidamente, que una peña es un grupo de personas que se reúnen periódicamente para comentar algunos hechos). En Barcelona ha habido peñas famosas, como la del Ateneu, y otras también notables que acogían a artistas e intelectuales. Solían ser peñas de tarde, porque la mayoría de los contertulios eran personas que tenían horas libres.

La mayoría de nuestra peña -la llamamos la Penya del'August, porque él la fundó- ha estado formada por gente que trabajaba muchas horas y la solución era, y es, reunirnos para cenar.

A lo largo de los años se han ido muriendo algunos compañeros. Pero lo que todavía estamos, seguimos siendo una muestra de diversidad de oficios y de caracteres. Y uno de los más significados es Josep Maria Cadena. Su memoria es extraordinaria. Precisa los hechos y las fechas, por remotos que sean, como si abriera un archivo mental. Creo que todavía tiene, además del piso en el que vive, otro convertido en biblioteca.

Y ahora, jubilado del periodismo, ha llevado a cabo una obra excepcional: reproducir, en tres gruesos volúmenes, 1.328 páginas, chistes gráficos de Junceda. Acompaña a cada ilustración con fecha, tema, título, técnica del dibujo y un comentario para situar el chiste en su momento histórico. Un montón de trabajo de un rigor que francamente asusta.

Esta obra es de aquellas que llamamos monumentales, editada por Àmbit, y no acaba aquí. Ya había hecho la recopilación del dibujante Opisso y, después de esta trilogía de Junceda, Cadena prepara la recopilación de los dibujos de Ismael Smith y de Feliu Elias, Apa.

En el 'Quijote' de Cervantes, hay esta exclamación de un personaje: «Oh, memoria, enemiga mortal de mí descanso». La memoria de Cadena no es para el lector una adversidad, sino una divertida amiga.