La energía del agua

Montañas hidroeléctricas

Hace un siglo que se genera electricidad de fuente renovable en los Pirineos y Prepirineos

RAMON FOLCH

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Muchas personas se extasían este verano con la grandeza y belleza de los Pirineos. Practican actividades lúdicas tan inobjetables como alejadas de la dureza de la antigua vida de leñadores y pastores, muy distantes de los peligros que arrostraron, hace apenas un siglo e incluso menos, los protagonistas de la singular aventura desarrollada para poder convertir en electricidad la energía escondida en las aguas pirenaicas. La gente de ciudad, ávida de naturaleza, se complace en su pretendida virginidad. Lo cierto es que los Pirineos están fuertemente antropizados. Durante siglos fue una humanización preindustrial, y por eso la asimilamos a un estadio virginal. Parafraseando el chiste, podríamos decir que los Pirineos estaban embarazados desde hacía mucho, «pero solo un poco». Semejante estado de cosas duró hasta fines del siglo XIX. El siglo XX introdujo una novedad perturbadora, porque incorporó los Pirineos al hinterland barcelonés.

La culpa fue de los tranvías. En 1899 comenzó a circular el primer tranvía eléctrico por las calles de Barcelona. Tuvo un gran éxito y la red se expandió con rapidez. La ciudad entonces estaba muy débilmente electrificada. La demanda del nuevo sistema de transporte obligó a construir una central termoeléctrica propia, independiente de la central de Mata (las tres chimeneas), que venía funcionando -primero con una sola chimenea- desde 1883. Fue la central de la calle de Carrera, junto a las Drassanes, inaugurada el mismo 1899 y activa hasta 1969.

De 1881, año en que se inició la producción termoeléctrica en Barcelona, hasta 1899 el fluido eléctrico se destinó al alumbrado por arco voltaico, y por ello a la electricidad todavía se la llama «la luz». Bastaba con pequeñas centrales. Pero los tranvías demandaban electricidad al por mayor. Pronto no hubo bastante con los 1.800 kW de potencia que tenía Carrera al principio y comenzaron a proliferar otras centrales. La compañía de tranvías (las compañías, de hecho) decidieron comprar la electricidad a terceros y eso abrió las puertas al negocio de la generación. Con demandas altas, salía a cuenta la generación hidroeléctrica, que conllevaba transportar la electricidad producida lejos del gran centro de consumo. Llegó así el boom de la «hulla blanca», que es como se llamaba al agua turbinada. En efecto, el agua desplazó al carbón.

En 1914, con toda la red de tranvías de Barcelona electrificada, con muchas fábricas dotadas de motores eléctricos y con una demanda doméstica creciente, ya era necesaria una potencia de generación superior a los 50.000 kW, diez veces más alta que solo 15 años antes (82 millones de kWh consumidos en 1913, frente al escaso millón demandado en 1897). Y aquí llegó la visión de Carles Emili Montañès (1877-1974), ingeniero jefe de los tranvías barceloneses. En 1911 adquirió el Ferrocarril de Sarrià a Barcelona, el tren de Sarrià, inaugurado a vapor en 1874, que convirtió en los Ferrocarrils de Catalunya, el tren del Vallès. Para poder electrificar la nueva línea, convenció al ingeniero norteamericano Fred Stark Pearson para crear una compañía que explotara el potencial hidroeléctrico de los Pirineos. En 1912, ambos fundaron en Toronto el Ebro Irrigation and Power Company Ltd. (Riegos y Fuerzas del Ebro), brazo ejecutor del hólding Barcelona Traction Light and Power Company Ltd., fundado simultáneamente y popularmente conocido como «la Canadiense».

Entre 1912 y 1935, la nueva compañía construyó siete centrales hidroeléctricas pirenaicas o prepirenaicas: Sossís, Sant Antoni, Camarasa, Gavet y Terradets (en el Noguera Pallaresa) y Seròs y Sant Llorenç de Montgai (en el Segre). Entre 1890 y 1910, muchos molinos y fábricas con ruedas hidráulicas ya habían instalado turbinas que suministraban electricidad para consumo local, pero con la Barcelona Traction Catalunya se convirtió en la primera potencia hidroeléctrica europea. El territorio pirenaico experimentó una mutación socioeconómica radical. Terminada la guerra civil, convertida la Canadiense en Fecsa, comenzó una segunda tanda de construcciones hidroeléctricas pirenaicas, reforzada con la creación de Enher (Empresa Nacional Hidroeléctrica del Ribagorzana). Los Pirineos se llenaron de presas, saltos, conducciones a presión o lagos reversibles que, de noche, cuando sobra electricidad, recuperan el agua que habrá que turbinar al día siguiente.

Este verano, contemple los Pirineos con otra mirada. Además de inmensidad y belleza, sepa ver la energía que el sol acumula en forma de lluvia en alta cota. Cuando baja el agua, a usted se le prenden las luces con energía renovable... Tenga un recuerdo para Pearson, para Montañès y para los demás pioneros hidroeléctricos: lo merecen mucho más que tanta celebridad banal que inunda las pantallas televisivas.