Dos miradas

Monstruos

Duele imaginar la devastación emocional de los afectados por la talidomida

EMMA RIVEROLA

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Terato proviene del griego clásico. Se puede traducir como monstruo. Así, una sustancia teratogénica es aquella capaz de causar un defecto congénito en el feto. La talidomida es un fármaco que provoca esos nocivos efectos. Sus supervivientes, después de décadas de enfrentarse a la vida con miembros torcidos, disminuidos o inexistentes, se enfrentan a la vejez muy mermados físicamente. Desgaste de articulaciones, dolores crónicos y, en muchos casos, el sufrimiento añadido de no poder cuidarse por sí mismos ni valerse de los suficientes ingresos. El fármaco del laboratorio alemán Grünenthal GmbH arrasó con la vida de miles de niños en todo el mundo. Muchos de ellos han recibido indemnizaciones. Pero la Audiencia de Madrid ha considerado prescritas las acciones contra la farmacéutica. Prescritas… Es decir, caducadas, expiradas, concluidas. Duele imaginar la devastación emocional de los afectados. De nuevo, la justicia se olvida del pleno sentido de su palabra para perderse entre los vericuetos de unas leyes demasiado a menudo paridas al servicio de los más fuertes.

Terato también puede traducirse como prodigio. Sin duda, esta acepción es mucho más adecuada para definir a estos luchadores. Nacieron con el cuerpo mermado por los errores y la codicia de una farmacéutica. Ahora, su vejez también se ve mermada por la (in)justicia y por la codicia. En esta historia, los verdaderos monstruos son otros.