La momia del presidente

Hay que reconocer que Iker Jiménez (Cuarto milenio, Cuatro) tiene golpes muy buenos. Escalofriantes y tremendos si quieren, pero impactantes como pocos. En la madrugada de ayer nos dijo con mucho misterio y sobrecogimiento: «Esta es la momia de un presidente español, el general Prim, que fue asesinado en 1870, en la calle del Turco, en pleno corazón de Madrid». Y tras darnos la cámara un primer plano del rostro momificado de Prim, añadió: «Así se encuentra hoy, con esta mirada. ¡Parece pedir justicia!». ¡Ahh! Esa noche en casa ni el canario flauta consiguió conciliar el sueño. Quedamos atrapados completamente con la historia que el periodista Paco Pérez Abellán le contó a Iker, sobre la verdadera muerte del general Juan Prim y Prats, conde de Reus,  vizconde del Bruch, marqués de Los Castillejos, presidente del Consejo de Ministros de España y tiroteado la tarde del 27 de septiembre de 1870. Contó Abellán que, según sus investigaciones en el marco de la comisión Prim, la causa de su muerte no fueron los disparos: le mataron por estrangulamiento a lazo, tal y como demuestran las marcas que todavía tiene en el cuello. Señaló como autores a los masones, y a una conspiración de personajes que querían restaurar a los Borbones en el poder, y no querían que Prim entronizase la casa de Saboya (Amadeo I). El relato de Abellán ha sido interesantísimo; no obstante, el golpe televisivo, el plus de espectáculo visual, fue cuando Iker se levantó, mandó retirar el lienzo blanco que cubría un bulto extraño, y apareció de pronto la replica exacta de la momia de Prim. ¡Ahh! Qué escalofriante momento. El rostro de Prim, aun llevando 143 años muerto, presenta un estado de conservación sorprendente. Y lo que es más tremendo: sus ojos, abiertos, sin un solo tic, nos miraban como si estuvieran esperando algo de nosotros. Qué noche más inquietante ha conseguido Iker con la momia del presidente.

SUIZA .- Le ha preguntado Ana Pastor (El objetivo) al suizo Jacques Schnieper si va a votar la consulta que instaura la paga de 2.000 euros al mes a todo ciudadano suizo, como renta básica de por vida. Schnieper contestó que votaría sí. Y añadió: «Suiza no deja nunca a un ciudadano tirado debajo de un puente». ¡Ahh! Lo de Suiza es portentoso: siendo detestable refugio de corruptos capitales, con esta consulta consiguen que les miremos con una envidia enorme.