La moderación salarial, cuestionada

SALVADOR SABRIÀ

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El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, está preocupado por la evolución de los precios en la eurozona, donde no consiguen remontar. En octubre, la inflación interanual en la zona euro fue del 0,1%, pero en algunos países, como España, se mantuvo en tasas negativas (-0,7%). La persistencia de una inflación negativa perjudica a la economía, ya que, en un ejemplo extremo, provoca que el producto de una empresa acabado de salir de la factoría se tenga que vender más barato de lo que ha costado porque el poder de compra de los clientes ha bajado durante el tiempo del proceso de fabricación.

Una de las causas de esta pérdida de poder adquisitivo ha sido la moderación salarial, que en muchos casos han sido recortes de sueldos puros y duros. Bajar los salarios en un país contribuye a incrementar su competitividad respecto a su entorno y ha sido una de las medidas incluidas siempre en las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la UE para los Estados que han necesitado un rescate. Pero este factor de competitividad se diluye cuando la moderación la aplican varios países a la vez del mismo entorno. Y puede llegar a ser incluso negativa para la eurozona si los países con mayores rebajas de sueldos equivalen al 30% del PIB del conjunto. Porque a menos salario, menos consumo, y si se reduce el número de compradores, aunque sean los de los países más afectados por la crisis, los que funcionan mejor no consiguen colocar una parte destacada de su producción.

A estas conclusiones, que parecen de sentido común, han llegado precisamente los analistas del FMI, que acaban de publicar un informe para evaluar si lo que se ha llamado devaluación interna (en definitiva, bajar los salarios) en España, Irlanda, Portugal, Italia y Grecia, los cinco países rescatados, ha tenido los efectos positivos que se esperaban. Los autores se afanan en cubrir las espaldas del FMI al explicar que este tipo de medidas laborales deben ir unidas a una bajada de los tipos que permita que se pueda comprar o endeudarse igual a pesar de cobrar menos. El problema es que las rebajas salariales se han producido cuando casi no había margen para la política monetaria, con los tipos rozando el 0%, y el pretendido aumento del consumo pese a los menores ingresos de la mayoría no se ha producido durante estos últimos años.

Quizá las últimas decisiones del BCE, dispuesto a quedarse deuda pública de quien esté en condiciones de venderla, pueden cambiar el panorama, pero habrá que verlo. De momento, la gran mayoría tenemos menos poder adquisitivo y, aunque ahora se constaten errores, se tardará mucho en recuperarlo.

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