El futuro de un lugar con historia

La Modelo y el urbanismo

No se trata solo de levantar equipamientos, sino también de proyectar un espacio que proporcione una imagen reconocible del barrio

Conjunto de edificios de la cárcel Modelo de Barcelona, cuyo traslado sigue en el aire por falta de fondos.

Conjunto de edificios de la cárcel Modelo de Barcelona, cuyo traslado sigue en el aire por falta de fondos. / RICARD FADRIQUE

JOSEP OLIVA

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En los años 80 el departamento de Justícia me encargó un estudio sobre la Modelo a raíz de la noticia de su desmantelamiento y, por lo tanto, tuve ocasión de visitarla. Después, remodelé y construí algunos edificios nuevos en la cárcel de Torrero en Zaragoza. Es decir, se presentó la oportunidad de tratar el tema desde la perspectiva urbana y después conocer bien la arquitectura prototípica de las prisiones de la época anterior. Esta doble y casual circunstancia me ha movido a exponer mi criterio cara a actuar en el terreno que aloja la Modelo.

Es una excelente ocasión para mejorar el urbanismo barcelonés. Ahora bien, la primera cuestión es qué hacer con la serie de edificios actuales. Su estructura es la que caracterizaba las cárceles: una edificación central llamada panóptico con la misión de controlar las cinco alas destinadas a las diferentes celdas acompañada de servicios complementarios. También hay el edificio de entrada destinado a funciones administrativas. Como sabemos, la Modelo ocupa dos manzanas enteras del Eixample que equivalen a una superficie total de 27.800 metros cuadrados.

TRES FUNCIONES

Considero que hay que destinar todo el complejo a tres funciones. En primer lugar preservar solamente el bloque de entrada y el panóptico junto con una de les alas. De esta manera se deja suficiente constancia de la esencia de una edificación histórica que vale la pena conservar pero, a la vez, se pueden dedicar a algún equipamiento de barrio. En segundo lugar, librados de las cuatro alas restantes y del resto de construcciones, queda un buen solar aprovechable para construir los equipamientos y el parque previstos que solucionen los déficits que padece el sector.

En tercer lugar, pero no menos importante, hay que dar un paso adelante y plantear la creación de un espacio típicamente urbano como es una plaza formalizada que reúna  y ponga en contacto gente del entorno. O sea, sería un subcentro que fomentaría el espíritu de barrio y esto apunta directamente a la sociología urbanística, lejos del total anonimato de muchas ciudades. Los usos urbanos adjudicados serían precisamente los que crean vida urbana en el espacio público: viviendas (tal vez sociales) en plantas altas y tiendas en planta baja. 

El diseño de la situación de los nuevos edificios tendría que priorizar claramente el espacio que forman los volúmenes construidos y no que sean bloques aislados. Dicho de otra manera, que la ordenación volumétrica sea de fácil lectura y no responda al criterio de ir situando edificios sin tener en cuenta la claridad de percepción ni la función urbana resultante. No se trata solo de erigir los equipamientos y la plaza sino también de proyectar un espacio urbano que, además, proporcione una imagen reconocible del barrio. Todo esto lo facilita la demolición de las construcciones totalmente prescindibles.

Así pues, estamos a favor de: 1) respetar los rasgos básicos de unos edificios históricos, 2) resolver la carencia de equipamientos, y 3) instaurar una plaza de valor urbano que identifique positivamente el barrio alrededor de la Modelo.