Pequeño observatorio

No es lo mismo populismo que popularidad

El populismo intenta llegar abusivamente al sentimiento de la gente por encima de la reflexión

La candidata a la presidencia de Francia por el Frente Nacional, Marine Le Pen, llega al plató de televisión donde se ha celebrado el debate entre los 11 candidatos.

La candidata a la presidencia de Francia por el Frente Nacional, Marine Le Pen, llega al plató de televisión donde se ha celebrado el debate entre los 11 candidatos. / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Leo en este diario: Francia se conjura contra el populismo. Y unas páginas más allá: «En sus cuatro años de vida, los populistas han sabido explotar el rechazo a las élites políticas...». Y en otra columna periodística: El populismo efímero (en Alemania).

He buscado en un diccionario la definición de populismo, y he encontrado esto: «Corriente ideológica, política, etcétera, que quiere defender los intereses y las aspiraciones del pueblo». Se añade que se trata de un aprovechamiento demagógico. Lo dejo aquí, para no ir de diccionario en diccionario. Me quedo con la idea de populismo relacionándola con la palabra pueblo, de la que deriva.

Históricamente, el populismo ha invadido muchos terrenos. Se ha convertido en una manera de llegar abusivamente a la conciencia y los sentimientos de los ciudadanos por encima de la capacidad de reflexión y de crítica. La conciencia de individualidad y de la propia capacidad reflexiva queda borrada por una propuesta simple o simplista.

La radicalidad, en algunos casos justificada ante un hecho condenable desde el punto de vista ético, niega la posible existencia de los matices, que son indispensables para aproximarse a la realidad. A veces hay que tener mucho talento, o mucha identidad de carácter, para ofrecer resistencia a ciertas proclamas.

Si el populismo puede ser un abuso, la popularidad –he escrito dos palabras que provienen de pueblo– es un hecho que se produce legítimamente como manifestación social. En los ámbitos del teatro, de la televisión, de la literatura o los deportes hay ciudadanos que son populares. Nos gusten o no, tanto los populares como los impopulares somos hijos del mismo pueblo.

Seamos sensatos y justos y no digamos nunca que el pueblo está de acuerdo conmigo o con nosotros. Es demasiada petulancia.