Análisis
Mis otros héroes
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
EMILIO PÉREZ DE ROZAS
Yo no seré Lewis Hamilton, que es quien mejor conoce a Nico Rosberg. Y no de ahora, sino de su época infantil, cuando se peleaban en los parkings de los supermercados con sus karts. «Lo entiendo. Es la primera vez que gana. Además, quiere tener más hijos y la F-1 te aparta de tu familia». Lo que no ha contado el nuevo campeón del mundo, el hijo de Keke, el hombre que ha tenido suficiente con empatar con papá, lo ha dicho el lenguaraz de Lewis.
A partir de ahí, que, insisto, debe de ser la auténtica verdad del repentino (¿lo tenía meditado, verdad? «Si gano el título, lo dejo», empezó a pensar hace meses) abandono de Rosberg, uno puede especular todo lo que quiera.
Por ejemplo, Nico Rosberg no ama la F-1. Más: alguien que reconoce que lo único importante en esta vida son su esposa Vivian (mira, curiosamente el nombre de Pretty woman, Vivian Ward) y su hija Alaia (alegre en euskera), no quiere seguir poniendo en peligro besar a su chica y acariciar la piel de su bebé, dos maravillosos gestos diarios, ¿a qué sí?
Y, a partir de ahí, permítanme que discrepe de la teoría, que ya veo que inunda las redes sociales, de ¡bravo, el tío se va estando en la cima! Puede parecer admirable, pero yo no pienso recordar a este chico (como diría CR7: guapo, famoso y rico) por haberse ido estando en la cima, si acaso porque fue veloz y derrotó a Hamilton.
El valor se les supone
Porque para mí tiene más valor ser Valentino Rossi (37 años y ahí está, subcampeón del mundo de MotoGP ¡y ganando!). O Niki Lauda, que regresó tras quemarse vivo. O Fernando Alonso (lo siento por los tuiteros que se pasan el día vomitando sobre él), que, tras ser bicampeón, sigue, ahí, persiguiendo el tercero. O Felipe Massa, que se fue haciendo llorar a miles de seguidores en Sâo Paulo. O mi amigo Carlos Checa, capaz de ser campeón del mundo de Superbikes (Ducati, 2011) tras estar muerto, ¡muerto!, cuatro minutos, en la uvi del Queen's Hospital de Nottingham, al sufrir un accidente en el Gran Premio de Inglaterra de 500cc, de 1998, volver a correr, volver a ganar y campeonar.
Admiro a Rosberg. Un señor campeón. Que le vaya bonito. Como dice tiito Bernie:«Necesitaba tiempo para gastarse su fortuna». Por eso se va. Y hace bien.
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