Mis favoritos de Río

Ha tenido que ser el Comité Olímpico el que ponga rostro y bandera al drama de los refugiados

Yusra Mardini, en un entrenamiento en Alemania, antes de viajar a Río de Janeiro.

Yusra Mardini, en un entrenamiento en Alemania, antes de viajar a Río de Janeiro.

BERNAT GASULLA

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Probablemente tienen razón los que han bautizado los Juegos Olímpicos de Río como los Juegos del zika, los del desencanto con Roussef, los del pinchazo de la burbuja económica, los de la corrupción, los del dopaje ruso, los de la improvisación y los de la samba. También podrán tiener razón aquellos que pondrán el foco sobre el estado de forma con el que Phelps llega a la gran cita olímpica, aquellos que quieren saber si Bolt confirmará que es el velocista más grande, aquellos que esperan despedirse de Gasol por todo lo alto o los que anhelan otra exhibición de Belmonte en las piscinas.

Pero los flamantes Juegos de Río tienen una novedad esencial. Por una vez, sin que sirva de precedente y a pesar de todas las prevenciones que despiertan, los gerifaltes del Comité Olímpico Internacional (COI) han tenido una idea que merece todo el respaldo de los amantes del deporte y de, como dirían las 'tietes', la gente de bien. Un equipo de refugiados competirá en los JJOO equipo de refugiadosen un mismo equipo que tendrá como bandera la enseña olímpica. Ojalá no acabe siendo una astracanada buenista, como la que protagonizó el nadador guineano Eric Moussambani, en Sídney-2000.

Han acabado siendo los prebostes del COI los que han dado respuesta, simbólica pero cargada de contenido, al drama que lleva azotando la comunidad internacional. Y ha sido en Brasil, muy lejos de las aguas del Mediterráneo que se han convertido en una fosa común, donde el mundo podrá ver las caras de deportistas que tuvieron que escapar de la guerra y el horror, como la nadadora Yusra Mardini, que se salvó de un naufragio en patera. A más de uno, como a aquellos que en su día decidieron pasarle la patata caliente de los refugiados al ahora crecidito Erdogan, se les pondrá la cara roja de vergüenza.

Son sirios, sudaneses del sur, congoleses, etiopes y acuden a la ciudad brasileña con la esperanza de que la futura sede olímpica, Tokio, no tenga equipo de refugiados. Los horarios de las competiciones no lo pondrán fácil a los que seguirán las competiciones desde España, pero, no lo duden: ese es nuestro equipo.