OPINIÓN

Mirando hacia la China

Mascherano se anticipa de cabeza al control del delantero Berrocal durante el partido de vuelta de la copa del rey  entre el Barcelona y el Hercules.

Mascherano se anticipa de cabeza al control del delantero Berrocal durante el partido de vuelta de la copa del rey entre el Barcelona y el Hercules. / periodico

Jordi Puntí

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Mascherano tiene una oferta del fútbol chino. Lo dicen en la radio y, al instante, los aficionados culés empezamos a sacar al director técnico que todos llevamos dentro. "Yo lo vendería porque ya lo hemos amortizado", dice alguien. "Yo solo lo vendería si la oferta nos sale a cuenta", calcula alguien más. En realidad, es sorprendente que a estas alturas aún no se haya patentado un Monopoly, versión Fútbol Mundial, donde todos podríamos jugar a comprar y vender jugadores, con sus cláusulas de rescisión y sus beneficios por cada título de liga. Caer en la casilla de "ir directo a la cárcel" indicaría algún contrato poco claro, y la suerte de los dados nos permitiría fichar a golpe de talonario, como un jeque árabe.

Con Mascherano se ha abierto ya el mercado de invierno, y parece que este año en el Barça hay ganas de echar los dados

Para muchos los 33 años de edad de Mascherano son un argumento a favor de traspasarlo. Es cierto que esas ligas distantes, como las de Estados Unidos, Australia, Dubái o la propia liga china, son como los casinos de Las Vegas para las viejas glorias de la música. Los vemos como una especie de cementerios de elefantes, campeonatos donde los magnates locales equilibran el talento de las estrellas en su ocaso con el de las jóvenes promesas de su país. Aunque hay un fondo de verdad en todo ello, es al mismo tiempo una imagen tópica: nadie daba un duro por Paulinho, porque venía precisamente de la liga china, y enseguida comprendimos que todavía tenía mucho futbol que ofrecer. Lo mismo ocurrió con David Villa, al que sus goles en el New York City le hicieron volver a la selección.

En la pista de salida

Dicen que Mascherano se quedará en el Barça hasta que Umtiti esté recuperado, a finales de enero. Es toda una cortesía, pero con el argentino se ha abierto ya el mercado de invierno, y parece que este año en el Barça hay ganas de echar los dados. Pese a los triunfos de Valverde y un juego más o menos sólido, algunos jugadores no han conseguido convencerle y están en la pista de salida: Arda Turan, André Gomes... A partir de aquí la lista toma un giro hacia la desconfianza excesiva: se habla de Aleix VidalDenis Suárez, Deulofeu, incluso del lesionado Rafinha.... Nombres que han jugado poco, pero que han ofrecido momentos notables. Es como si alguien preparara el terreno para que llegue alguna estrella (Cou***nho), pero ya sabemos también que en enero solo se dejan fichar los jugadores rebeldes, los cracks en horas bajas o los fenómenos por los que siempre se paga demasiado.

Con o sin Mascherano, es obvio que al Barça le harán falta uno o dos centrales con garantías, y a lo mejor acabamos redimiendo a una de esas viejas glorias que juega en Bombay, Seattle o Melbourne. Nunca se sabe. Como jugar al Monopoly es gratis, el director técnico que vive en mí se plantea dos argumentos. Primero no olvidarse de los jóvenes del Barça B --hay talento de sobras, solo les falta la confianza que tuvo Umtiti--, y segundo intentar pescar en las redes de los rivales directos. En el PSG, por ejemplo, está el alemán Draxler, al que su entrenador Unai Emery tiene a pan y agua. Ya sé que no es central, pero nos iría de perlas. Por pedir que no quede.