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Mira quién canta

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DAVID TRUEBA

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Si por algo ha pasado a la historia el canal de televisión MTV es por haber forzado a la música popular a convertirse en un entretenimiento visual. El vídeo musical vino a enterrar definitivamente a ese viejo espectador de ópera que cerraba los ojos para que el curso de lo que sucedía en el escenario no le distrajera de las armonías musicales. Ahora la música se escucha con los ojos abiertos. Y, claro, cuando se escucha con los ojos, el resultado es parecido a cuando se come con los ojos. Todo el mundo prefiere un helado cubierto de chocolate a un plato de acelgas rehogadas. Así también la música ha acabado por forzar a los cantantes a establecer una apuesta estética y, tras unos años de indefinición y resistencia, como en los juegos de atletismo, se han impuesto los afroamericanos y las mujeres. Y por encima de todos ellos, las mujeres afroamericanas, expresión sintética del poderío y la belleza. Solo las rubias delgadas pueden competir con alguna posibilidad en ese imaginario colectivo.

Durante años, las peleas en el barro fueron una fantasía erótica puesta en escena por los garitos para pajilleros que abundan en Estados Unidos. En algunos locales de la costa Oeste, se sorteaba entre los clientes ser embadurnado y derribado por dos mujeres en el barro, y era una ocasión para reírse de los paletos, los 'rednecks' y los borrachos en su despedida de soltero. Las peleas en el barro de mujeres han evolucionado, y en la última edición de los premios MTV era fácil ver que los grandes contendientes partían de esa vocación hasta elaborados videoclips, pero la esencia era la misma. Era curioso que dos de los vídeos finalistas mostraran con detalle la capacidad de cantantes como Beyoncé Niki Minaj para agitar el músculo radicado en el glúteo mayor a su antojo.

Mucho se podría especular con las implicaciones que ha traído a la música el hecho de ser mirada. Las actuaciones en directo se han convertido en puestas en escena muy complejas, donde se juntan los ventiladores, las plataformas, las proyecciones, los cuerpos de baile, el humo, el vuelo con cable y cinchas, las barras de local de 'strippers', e incluso, en los casos más notables, hasta dobles que sustituyen y crean efectos visuales al servicio de estrellas en números más cercanos a la magia que a otras formas de ubicuidad.

‘Entrar por los ojos’ es una expresión que utilizamos para definir aquellas cosas y personas que nos seducen visualmente. La música hoy entra por los ojos y solo en algunos casos, precisamente por esa estrategia que consiste en contrariar lo mayoritario, se puede alcanzar la relevancia. Los premios de la MTV hace años que ni siquiera premian los mejores videoclips, sino que eligen entre las estrellas más relevantes la canción mejor envuelta, pero desaprovechan una oportunidad para destacar el talento visual, el ingenio o el humor, que muchas veces solo aparecen en vídeos de artistas poco conocidos y sin consagrar por la popularidad. La MTV es una máquina fagocitadora, que ha deglutido hasta el consumo de drogas, la actitud de malote, la tarea del narcotraficante, las lecturas superficiales del feminismo y el activismo social, el militarismo y la vanguardia tecnológica al servicio de un chiste visual que acompaña una canción pop. Es una desviación del gusto que nos obliga a exclamar, constantemente, mira quién canta.