Miquel Iceta, Artur Mas y el gobierno transversal

JOAN TAPIA

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El espectáculo del jueves con toda Catalunya pendiente del programa de la CUP ya ha dejado claro que no habrá mayoría de gobierno de Junts pel Sí y la fuerza anticapitalista. Unos creen que pueden gobernar con un programa maximalista nada fácil (por ser benévolos) de ruptura con España y otros quieren iniciar un proceso revolucionario en el que esa ruptura es solo la primera piedra del camino a una "república popular". Hacia una aventura sin ningún referente internacional solvente que nos llevaría a la salida -no forzada sino voluntaria- de Europa.

Puede haber -tras un ruidoso proceso de estética cubana- un acuerdo para investir a Artur Mas (o a otro) tras las elecciones del 20-D, pero no mayoría de gobierno. Con la CUP se puede intentar la revolución, no gobernar.

Mas dijo el sábado que la CUP debe saber que tienen 10 diputados y JxSí, 62. Claro. Y Mas no debería ocultar que Catalunya es mucho más que JxSí y la CUP. Y que JxSí son solo 62 diputados sobre 135 (en la legislatura anterior a la 'victoria' del 27-S eran 71); 62 diputados frente a 73 de todas las otras fuerzas y que, por lo tanto, no pueden imponer su programa. Lo tienen que pactar.

Con la CUP para hacer la revolución, o con los grupos que estén dispuestos a exigir mayor autogobierno, la famosa tercera vía. O sea un pacto de JxSí con como mínimo el PSC e ICV. Es lo que está indicando Miquel Iceta al hablar de un gobierno transversal. Sería una operación laboriosa y complicada.

Lo cierto es que Mas ha llevado a Catalunya a un callejón de difícil salida. Standard & Poor's ya ha rebajado el 'rating' de la deuda catalana. Cierto que degradarla de bono basura a un grado inferior de la misma calificación no tiene efectos inmediatos. A Catalunya no le presta ya nadie y costará más que lo hagan en el futuro. Pero indica la poca confianza que despierta el 'procés' en el mundo.

Se puede esgrimir que no importa. Que la manifestación de la Meridiana o los 71 diputados (con la CUP) es lo que cuenta. O que podemos prolongar la interinidad y el desconcierto e ir a otras elecciones en marzo porque entonces...

Son solo excusas de mal pagador para no aceptar que Catalunya está empatada con ella misma, dividida en dos mitades. Y que quien saca el 39,6% (el 47,8% si se suman los votos de la CUP) no puede imponerse.

EL RESULTADO DE LAS GENERALES

Pero el gobierno transversal solo saldrá adelante si ICV-Podem se definen más y, sobre todo, si el PSC, que con Iceta ha salido reforzado y ha dejado en ridículo a los gurús que predicaban su extinción, sigue fuerte en las próximas semanas y tiene un buen resultado en las generales.

Mucho va a depender de Pedro Sánchez. Cuando al PSOE le va bien en España, le pasa lo mismo al PSC en Catalunya. Y viceversa. Iceta apostó POR un PSC integrador (tras la escisión que ha sido una larga y publicitada sangría que empezó con Ernest Maragall y cuyo último episodio ha sido Joaquim Nadal) al abonar que Carme Chacón -un valor del PSC propulsado por el Baix Llobregat y la proximidad a José Luis Rodríguez Zapatero- abriera la lista de las generales sin ninguna oposición.

Lo que no conviene ahora son vetos. Cierto que el PSC puede perder algún diputado (tiene 10 en Barcelona) y que encajar a pesos pesados como Pere Navarro, Joan Rangel, Maurici Lucena (al que Sánchez quiere de ministro junto a Jordi Sevilla), o incluso el veterano Pepe Zaragoza, no es coser y cantar.

Pero si el PSC no refuerza su cohesión con inteligencia y complicidad con Madrid será difícil que Iceta logre que Mas y JxSí reconozcan la realidad catalana. En ese caso, esa tarea le corresponderá a Ciutadans. Quedó ya claro el 27-S.