Juicio a la gran cloaca catalana
Las alcantarillas del Palau hedían mucho antes del estallido independentista y de la 'Operación Cataluña'. Toca abrir las ventanas y que corra el aire
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Situemos los hechos en su contexto histórico. Año 2009. El independentismo, entonces pausado y pragmático, representa solo el 14% del electorado. ERC gobierna junto al PSC, con José Montilla de 'president'. Los republicanos colaboran en Madrid con el mismo presidente, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que recortó el Estatut junto a Artur Mas, líder de una CiU tan autonomista como la de Jordi Pujol. Los socialistas controlan el Gobierno central, la Generalitat, el Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona. La desafección se halla aún en fase de cocción; nadie conspira ni fabrica dosieres contra los líderes secesionistas, que sencillamente no existen.
A principios de ese año, la Agencia Tributaria detecta numerosos reintegros con billetes de 500 euros a cargo de las cuentas del Orfeó Català. Los inspectores piden explicaciones a la prefectura del Palau de la Música, honorable institución encabezada por Fèlix Millet, un "señor de Barcelona" tan poco asociado al separatismo como para ingresar en la FAES de José María Aznar, cobrando por adelantado. Ante el siencio y las evasivas del Palau, la fiscalía toma cartas en el asunto, el juez Juli Solaz abre la instrucción y los Mossos irrumpen en el templo laico del catalanismo. No existen aún la 'policía patriótica' ni la 'Operación Cataluña'. Solo la caza de un cleptómano compulsivo, contumaz depredador de fondos públicos y privados merced a su caradura y arraigo en la burguesía catalana.
Tras las confesiones, a modo de cortafuegos, de Millet y Jordi Montull, tirando del hilo afloran los convenios con la fundación de Convergència --600.000 euros-- y el cobro de comisiones millonarias a cambio de obra pública de la Generalitat, parte de las cuales fluyen después hacia las finanzas convergentes. A la sombra del desfalco del Palau empieza a tomar cuerpo la trama del 3%.
LOS PATRICIOS DE SIEMPRE
El del 'caso Palau' es el juicio a la gran cloaca catalana'caso Palau', que, a diferencia de la del Estado, no está poblada por hoscos policías, confidentes anónimos ni fiscales dúctiles. Tan enmoquetada como el palco del Bernabéu, por esta noble alcantarilla transitaban (¿aún lo hacen?) los patricios de siempre junto a políticos de todo signo prestos a hacer negocio y mirar hacia otro lado. Se pastelean contratas, se suplican donativos, se procuran regalías. Punto final al victimismo y al patriótico burladero. Toca taparse la nariz, abrir las ventanas y que corra el aire.
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