Análisis
El derecho de asilo
Los gobiernos europeos vulneran sus propias leyes y la Convención de Ginebra
Miguel Pajares
Antropólogo social (Universidad de Barcelona). Presidente de la Comissió Catalana d'Ajuda al Refugiat
MIGUEL PAJARES
Casi 30.000 muertos en el Mediterráneo desde el año 2000, y la sucesión de naufragios de refugiados continúa imparable. Periódicamente, los gobiernos europeos dicen que van a tomar medidas contra tanta tragedia. Pero el hecho es que no las toman y que hay una enorme carga de hipocresía en la forma como abordan esta realidad.
La hipocresía empieza con el lenguaje que utilizan. Cuando se refieren a esas personas que tratan de entrar en Europa atravesando el Mediterráneo o saltando vallas, las llaman «inmigrantes» (o «inmigrantes ilegales»). Pero la propia Frontex dijo que el 84% de los que entraron en el 2014 huían de países en guerra. Son, por tanto, refugiados, no inmigrantes. La Convención de Ginebra sobre Refugiados define como refugiada a la persona que está fuera de su país tras haber huido de una persecución o un conflicto bélico, aunque todavía no esté en territorio de asilo. ¿Por qué entonces no se refieren a ellos como refugiados? Sencillamente, porque quedaría en evidencia que los gobiernos europeos vulneran sus propias leyes de asilo, así como la mencionada convención, que todos han suscrito.
De acuerdo con esa legalidad, los refugiados tienen derecho a solicitar asilo en cualquier país firmante de la convención. Pero Europa hace todo lo posible para impedir el ejercicio de ese derecho: vallas cargadas de cuchillas, acuerdos con países vecinos para que actúen sus gendarmes, denegación de visados de entrada... Podría parecer, a juzgar por el número de refugiados que entran en Grecia, Italia o Alemania, que la cerrazón europea es poco exitosa, pero en realidad es bastante efectiva: de los refugiados sirios (hoy el grupo más numeroso), solo el 7% están en países de la UE (menos de 300.000, de más de cuatro millones).
Discurso xenófobo
El discurso dominante, que presenta a los países europeos como agobiados por una enorme presión migratoria, así como la xenofobia que tal discurso alimenta, tienen como resultado un grave incumplimiento de nuestras obligaciones en materia de asilo y derechos humanos. Si los refugiados mueren en el mar es porque les hemos cerrado las vías seguras de entrada.
Cuando los gobiernos europeos se reúnen para hablar de este asunto es solo para tomar medidas de mayor control fronterizo o de lucha contra las mafias, pero ninguna de esas medidas ha cambiado ni cambiará la situación que vivimos. Los refugiados seguirán huyendo mientras duren las guerras. Lo que deberían hacer estos gobiernos, aunque solo fuera para cumplir la ley, es abrir vías seguras para que los refugiados lleguen a Europa. Esto incrementaría el número de los refugiados acogidos, pero no sucedería nada que Europa no pudiera asumir.
Si Turquía tiene siete veces más refugiados sirios que los 28 países de la UE juntos (unos dos millones) ¿no podría el conjunto de la UE equiparársele al menoss? Claro que ello, para ser factible, debería venir acompañado de un contundente combate contra el discurso xenófobo.
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