Al contrataque

Migajas

Resulta cargante ver cada dos por tres a Rato tocando la campanita de Bankia como si fuera una moviola de fútbol mientras debe estar tomando un whisky

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ANTONIO FRANCO

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Los primeros banqueros que van a la cárcel con sentencia firme por sus delitos económicossentencia firme por sus delitos económicos son cinco desconocidos del gran público salvo en Galicia. Muchos les hemos conocido esta semana por una foto en los periódicos. Parecían señores. Todos con corbata, todos peinados como quería mi padre que me peinase. Sentados horizontalmente juntos parecía una imagen de misa de doce en la catedral de Santiago. Pero si te fijabas veías que no usaban reclinatorio (no tenían pinta de reclinarse demasiado) y que sus culos se beneficiaban de una especie de banco (palabra quizá muy divertida para ellos).

REGALO Y CARIDAD

Así ha sido la gran corrupción en España. Ninguno de los ladrones llevaba coleta, piercings o tatuajes. Tampoco se parecían a el Lute, que se limitaba a pequeños golpes para sobrevivir.

Los de la banda de Novacaixagalicia dieron un golpe de los de verdad. Sin armas, se autoregalaron 22 millones de euros mientras pedían a los demás españoles la caridad de 1.162 millones en ayudas para salvar su negocio, una especie de casa de putos disfrazada de caja de ahorros pública. Bastantes de «los demás españoles» acabaron perdiendo sus empleos, quedaron sin casa o tuvieron que enviar a sus hijos a la emigración por la crisis que se desencadenó por cosas como esa.

¿Se está haciendo justicia de verdad? Ya veremos. De momento nos dan simples migajas, como esos gánsters de segunda. Los grandes siguen en la calle. Pasan los años y sus causas judiciales van muy despacio. La maledicencia popular dice, por ejemplo, que si a Millet  le acaban juzgando es porque pese a todo el tiempo en libertad que le han regalado no ha sabido morirse de viejo, que es lo que tenía que hacer para ahorrar a sus distinguidos y honorables amigos y cómplices lo que puede llegar a salir en su juicio.

DESMANES FINANCIEROS

Las teles han tenido que crear programas especiales porque la narración de tantos desmanes financieros ya no les cabía en los telediarios. Los delincuentes salen ahí y los patean, pero eso no es justicia auténtica. La ya mencionada maledicencia dice que así por lo menos sufren un poco aunque no devuelvan el dinero, y que los peces más gordos esa exposición a la ira popular es todo lo que acabarán pagando.

Pero empieza a ser cargante ver cada dos por tres a Rodrigo Rato tocando la campanita de Bankia como en una repetición de la moviola del fútbol mientras debe estar tomándose un whisky. O que cuando los juzgan, como a Bárcenas, nos tome el pelo con su nuevo vocabulario («contabilidad extracontable», «sociedades visillo») sin que entre un guardia civil y lo disuelva. Encima, una voz en 'off' nos explica que ya se ha reconciliado con Rajoy, de modo que lo de «ya veremos» si se está haciendo justicia de verdad es un «ya veremos».