El miedo al vacío
Para un europeo continental, una de las cosas más sorprendentes de la logística política británica es la rapidez con la que llega un camión de mudanzas ante el 10 de Downing Street y en tiempo récord se va cargado con las pertenencias del ya exprimer ministro y a los pocos minutos aparece otro capitoné que hace exactamente lo contrario con los bártulos del entrante. Mientras los mozos hacen su cometido, el primer ministro saliente acude al palacio de Buckingham a presentar la dimisión a la reina y de allí, se va a su casa. Es entonces cuando el entrante sale de la suya para ir a palacio y recibir el encargo de la reina y de allí, a Downing Street.
Este baile de camiones y limusinas se repetirá el miércoles por la tarde cuando David Cameron ceda el testigo a su sucesora, Theresa May, que en este caso no saldrá de su casa, sino del Parlamento donde el líder conservador hará su última intervención en la Cámara de los Comunes.
Los británicos le tienen pavor al ‘horror vacui’, al miedo al vacío, porque en la política de aquel país no se permiten los tiempos muertos. La inexistencia de una Constitución escrita como es el caso británico ha generado una cultura política que facilita la elasticidad y el pragmatismo en la toma de decisiones, fuera de los corsés de normas y reglamentos estrictos.
Evitar la guerra 'tory'
Estaba previsto elegir al sucesor de Cameron en septiembre, pero la realidad se ha impuesto y esta no es ejecutar el ‘brexit’. Lo que urge ahora mismo es evitar una guerra en el Partido Conservador tocado por la división. Una lucha por el liderazgo no haría más que agravarla. Se trata también de dar seguridad al mundo de los negocios demostrando que hay alguien al mando.
El resultado a favor de salir de la UE, unido a una interinidad política era el peor panorama para la City. Por ello, los demás aspirantes a liderar el partido han ido cayendo o han sido brutalmente eliminados de la carrera hasta llegar a una única aspirante. En estas circunstancias a los militantes se les ha negado la posibilidad de opinar y de votar, pero eso es la elasticidad y el pragmatismo británicos.
La nueva líder que era partidaria de seguir en la UE aunque la defendió con la boca pequeña cultivando así su futuro que ya es presente, ha insistido en que su misión es llevar a buen puerto el mandato de los electores y va repitiendo que ‘brexit’ es ‘brexit’. Seguirán tiempos complicados y llenos de sorpresas en el Reino Unido. Ya se piden elecciones anticipadas y rápidas, aprovechando el caos del Partido Laborista, que legitimen a May en el liderazgo con el respaldo de las urnas. Y bien podría ser que, en nombre de la adaptabilidad a las circunstancias ‘brexit’ no significara exactamente ‘brexit’.
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