Al contrataque

El miedo no guardará Catalunya

ANTÓN LOSADA

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Al parecer, lo único que les queda a Mariano Rajoy y a la derecha española para intentar ganarse a Catalunya es el miedo. Todo son avisos a navegantes. A la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría no hay que animarla para que meta miedo. Se ve enseguida que le sale solo, y es lo que mejor se le da. Su forma de decir «diálogo, pero siempre dentro de la Constitución» recuerda tanto a Tony Soprano que impresiona. Sientes cómo, en cualquier momento, alguien va a mandarle la Guardia Civil a alguien y alguien lo va pagar muy caro.

Gracias a la Via Catalana y a las sesudas clases de derecho que nos imparte gratis la vicepresidenta tras cada Consejo de Ministros estamos descubriendo que cuanto dice la Constitución es exigible ante los tribunales. Igual que resulta ilegal convocar un referendo para decidir si los catalanes se van o se quedan, debe resultar ilegal que una española o un español carezcan de vivienda digna y se les prive de su pensión o de la beca que les permitía estudiar. Está en la Constitución, como la indisoluble unidad de la nación española.

A esta amenaza con peso de la ley suele sumarse el pánico al Armagedón económico: Catalunya no iría a la independencia, sino a la edad de los metales. Poco menos que volverían el trueque, las cartillas de racionamiento y la caza y la pesca para alimentarse. Una mentira tan grande como esa que cuentan quienes venden que en Catalunya, tras la independencia, todo será leche, miel y perros atados con fuet. Que se preocupen de los temas que realmente importan, avisa el Gobierno central, ignorando que ese argumento resulta perfectamente reversible: si no tiene importancia, ¿por qué hay tanto problema en convocar un referendo? Que el Gobierno central se ocupe de lo que realmente preocupa a la gente.

Patético pero muy simbólico

El último susto o muerte que se les quiere meter a los catalanes es Europa. Empezó Joaquín Almunia, el Señor de las Malas Noticias. Ahora ya se ha convertido en un festival de cine de terror. Quedarse fuera de Europa parece ser la madre de todas las amenazas, el argumento final. Permanecer en Europa es la condición innegociable que ponen los inversores, se avisa. Fuera de Europa reina un frío insoportable, se advierte. No deja de resultar un poco patético, pero muy simbólico, que la última línea de defensa de la unidad de España acabe en Europa.

Solo la izquierda se atreve tímidamente a ofrecer algo parecido al federalismo. Todo lo demás es terror. Si el miedo es lo mejor que tienen para ganarse a Catalunya, la cosa va mal. No lo dice la canción, pero bien podría decirlo porque lo sabe todo el mundo: cuando el miedo entra por la puerta, el amor salta por la ventana.