La clave
Miedo a la autocrítica
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
ALBERT SÁEZ
La llamada vieja política lleva semanas lanzando mensajes de pánico ante algunas formaciones emergentes. No contra todas ni con la misma intensidad. No es una novedad en el entorno del Partido Popular, que se ha ganado al menos un par de mayorías absolutas al grito de «mis adversarios son ETA». De la misma manera que ante el asunto catalán se ha limitado a identificar la independencia con las siete plagas de Egipto, en muchas ocasiones con conspicuos presuntos intelectuales de izquierdas haciéndole de palmeros. Lo curioso de esta semana es que un demócrata radical como Mas y un gentleman como Trias hayan caído en esta dinámica después de su mala experiencia con una técnica similar antes del segundo tripartito con el famoso vídeo del Confidencial.cat. Porque este tipo de estrategias no hacen otra cosa que cohesionar a quienes se pretende combatir.
Es de justicia exponer que miedos similares exhiben en privado quienes están en camino de pactar con los emergentes a quienes pretenden «domesticar» en el peor de los casos y «moderar» en el mejor.
Esperpento Aguirre
Los ciudadanos no lo han tenido fácil en los últimos cuatro años y han decidido ponérselo igual de difícil a la políticos en los próximos cuatro. Apuesto a que en esta coyuntura fracasarán las alianzas basadas en el miedo. Urdir pactos esperpénticos como los que ha propuesto esta semana Esperanza Aguirre lleva a un callejón sin salida. Basar los acuerdos y las políticas emergentes simplemente en conseguir que el miedo cambie de bando -en palabras de Pablo Iglesias- convertirá la nueva política en un producto perecedero.
Unos más que otros tienen pánico a la autocrítica. La vieja política ha sido incapaz en siete años de crisis de reconocer ni un error propio. Han seguido lanzándose la mierda unos a otros como si nada fuera con ellos. Y cuando han quedado todos emponzoñados, los ciudadanos -algunos pero muchos- han decidido hacerles la autocrítica como los viejos comités centrales comunistas. Perseverar en la crítica basada en el miedo sin autocrítica les dejará en el pozo de la oposición durante años.
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