Dos miradas

El miedo

JOSEP MARIA FONALLERAS

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La palabra es miedo. El miedo del padre a que el hijo se dedique a la política y no pueda sacar adelante a la familia o que se vea sometido a la represión y el exilio. Este miedo se soluciona con una hucha, que es un recipiente cerrado, con monedas o billetes (más billetes que monedas) que no pueden sacarse de la hucha sin romperla. El otro miedo es el del hijo que sabe que esta hucha, el raconet, o el racó bueno, no es del todo reglamentaria; es consciente de que es mejor que nadie sepa que una hucha de esta naturaleza existe. Este segundo miedo se soluciona con el silencio y con la voluntad de mirar hacia otro lado, porque el hijo sabe perfectamente que gestionar la hucha (que no se rompe sino que engorda) es una «ocupación oculta». Lo es para un gestor que no puede hacer compatible la conservación (y ampliación) del racó. Él, el hijo, que sabe que la hucha está ahí y que nadie la violentará, también es consciente -de ahí el miedo segundo- de que el simple conocimiento de los billetes que se esconden en ella también es una «ocupación oculta», mucho más todavía si se trata de todo un president de la Generalitat.

Explicado en estos términos tan nuestros, tan de andar por casa, con tanta caseta y tanto hortet, el asunto de Pujol se acerca mucho a la narrativa de un cuento infantil. Si algo ha dominado a lo largo de su carrera es esta prosa pastelera y rural. Cualquier daño, dicho así, parece una fábula.