NÓMADAS Y VIAJANTES

México (no tan) lindo

RAMÓN LOBO

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México es un país convulso en busca permanente de su rostro, la identidad que decían los aztecas. Existe un país criollo que gobierna la política, la economía y los medios de comunicación; y hay un país indio, o poco mestizo, aplastado por la crisis y la escasez crónica. Hay un rostro amable, publicitario, para los inversores extranjeros, el turismo y EEUU; y otro real en el que el 46% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, y un 11% en la extrema pobreza.

El andamiaje funcionó hasta que Felipe Calderón (PAN, conservador) llegó al poder en diciembre del 2006 tras unas elecciones ajustadas y discutidas en las que Andrés Manuel López Obrador (PRD, centro izquierda) perdió por décimas. Hasta ese momento el sistema de reparto de juego estaba claro: el PRI gobernaba la política y los cárteles de Sinaloa y del Golfo hacían sus negocios ilícitos sin que nadie les molestara demasiado. Política y narcotráfico estaban separados con algunos contactos esporádicos.

Sé que el PRI había perdido su hegemonía antes, cuando Vicente Fox rompió en el 2000 siete décadas de gobierno ininterrumpido del PRI. Pero Fox no modificó la esencia de las reglas de juego, se limitó a mantener el pacto de no agresión, a no meterse en jardines y a colocar su gente, la esencia del poder clientelar. Fue el presidente Calderón quien declaró la guerra al narco, empujado por EEUU (el mercado del consumo). Lo llamaron Plan Mérida para ser originales y no decir Plan Colombia.

La consecuencia fue una guerra sucia con miles de muertos, feminicidios en el norte y violaciones masivas de los derechos humanos; también que los cárteles se descompusieran en varias organizaciones criminales.

Laberintos de subclanes

En ese sentido, México se puede comparar a Somalia: de los tres clanes dominantes en 1993, cuando se produjo la intervención militar de EEUU (la de la película Black Hawk derribado) pasamos a un laberinto de subclanes y sub-subclanes imposible de descifrar. Quien lograba armas y una fuente de financiación se convertía en un subsubclan.

En México no hay clanes, pero sí bandas de narcotraficantes. Solo en el Estado de Guerrero, uno de los más violentos, donde desaparecieron los 43 estudiantes de Ayotzinapa, existen más de 80 cárteles, la mitad de ellos en Acapulco, un puerto estratégico para el narcotráfico. Hay guerras entre los grupos que se disputan la amapola de la sierra de Tierra Caliente, la mayor producción mundial después de Afganistán, las rutas de transporte y la costa grande y chica por la que entran los químicos procedentes de Asia. Otro Estado muy violento es Michoacán.

México ha sustituido a Colombia en el problema de las drogas y en la medicina que trata de aplicar Washington. Los mexicanos dejaron de ser transportistas de la droga, ahora son los dueños del negocio.

Un narcoalcalde

La desaparición de los 43 estudiantes es la punta de un iceberg de corrupción y crimen organizado masivo. La política dejó de navegar paralela al narcotráfico, ahora está mezclada. Los narcos ponen y quitan alcaldes y gobernadores, si no son estos mismos jefes de algún grupo armado.

En el caso de Ayotzinapa el implicado no es líder local del PAN o del PRI, sino uno de la supuesta izquierda, el PRD, José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa, los virreyes de Iguala. Les consideran autores intelectuales del secuestro. La súbita fortuna de Abarca está vinculada a los negocios ilícitos. Su conexión con los Bertrán Leyva (cartel de Sinaloa) viene a través de su esposa. Es, era porque ahora está preso, un narcoalcalde. No es una excepción, sino pauta extendida.

La población de Guerrero no confía en el Estado en ninguna de sus formas, sea el Gobierno federal, provincial o local. Tampoco en la policía local o federal. Dice que todos son parte de lo mismo. El Ejército conserva un cierto halo de prestigio en algunos sitios, no desde luego en  Guerrero. El 97% de los delitos en México quedan impunes.

La historia de las madres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa será el centro de un reportaje que publicará el Dominical de EL PERIODICO DE CATALUNYA a finales de marzo. Ellas aún los sienten vivos pese a que la regla en México es que los desaparecidos no regresan. Hay más de 20.000 desaparecidos en miles de fosas comunes. Y nadie cuenta a los migrantes que se esfuman.

El narco no genera suficiente dinero para pagar a tantos clanes, sicarios y demás cohorte. Por eso entran en el negocio de los secuestros y de las extorsiones. México dejó de ser tan lindo para transformarse en un peligroso polvorín, en un Estado que puede acabar siendo fallido, como Somalia.