Editorial

Messi, en el banquillo

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Un juzgado de Gavà ha dictado la apertura de juicio oral contra la estrella azulgrana Lionel Messi y su padre por un presunto delito de fraude fiscal de 4,1 millones en concepto de derechos de imagen. Pese a que la fiscalía había retirado la acusación contra el jugador al entender que se limitó a secundar formalmente los actos de su representante y progenitor, la Abogacía del Estado ha mantenido la tesis de que Messi era conocedor de la estratagema fraudulenta y por tanto coautor del presunto delito. Vaya por delante la consideración de que una de las bases del sistema democrático es que todo el mundo, sea cual sea su condición, es igual ante la ley, y por lo tanto ninguna excepción debe ponerse a que una persona, por muy popular que sea, se siente en el banquillo si existen razones para ello.

Ese debería ser el criterio a seguir en todos los casos. Sin embargo, cuesta entender, desde el punto de vista ciudadano, cómo la Abogacía del Estado puede sostener esta tesis en el caso de Messi y, al mismo tiempo, se empeñe contra viento y marea (esta vez con el apoyo de la Fiscalía) en defender que la infanta Cristina, licenciada universitaria y directiva de una entidad de primera línea, desconocía absolutamente las artimañas que con el mismo fin de defraudar a Hacienda realizaba su marido en sociedades de las que ella es copropietaria. En resumen, se presume que Messi es coautor del delito y la infanta, una desconocedora del mismo. ¿Seguro que todos somos iguales ante la ley?