LA CLAVE

Merkel y Rajoy, bajo el volcán

BERNAT GASULLA

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Corren tiempos en que los ecos de un virus devastador declarado en el África subsahariana llegan hasta una habitación del Hospital Clínic de Barcelona o las sanciones contra Vladimir Putin tienen consecuencias en la fruta de Lleida o en el mismísimo señor McDonald's. Son tiempos en los que todo lo que ocurre en el planeta nos afecta. Ahora, en la remota (aunque no tanto) Islandia, un volcán con nombre de droga exótica, el Bardarbunga, nos recuerda que no estamos a salvo y que deberíamos aprender de la experiencia.

El inicio de la erupción del Bardarbunga amenaza, como ya hizo en el 2010 su hermano, el volcán Eyjafjallajökull, los vuelos de todas las compañías aéreas sobre la isla del hielo. Hace cuatro años, todos aprendimos de vulcanología, de aerolíneas y tráfico aéreo, y hasta nos familiarizamos con el nombre del comisario de Transportes de la época, Siim Kallas. Pero también aprendimos de histeria, de desinformación y de falta de coordinación internacional.

Aprender la lección

El Eyjafjallajökull empezó a escupir ceniza cuando la crisis ya había demostrado que iba en serio y que salir del atolladero nos costaría tiempo y sufrimiento. Las imágenes de las columnas de humo saliendo de la caldera del volcán alimentaban la sensación de apocalipsis. A ver si ahora nos sirve de algo la experiencia de aquellos días.

Ya en el verano del 2014, con el Bardarbunga muy inquieto, dos líderes europeos (dicho con el menor de los sarcasmos), Angela Merkel y Mariano Rajoy, se reúnen en Santiago de Compostela. Entre otras cosas hablarán del reparto de comisarios europeos. Los Veintiocho han conseguido sacar adelante el compromiso de poner al frente de Bruselas al representante del grupo más votado, en este caso Jean-Claude Juncker. No lo estropeemos ahora. La sombra de la ceniza del volcán Bardarbunga nos recuerda que no debemos volver a caer en los mismos errores made in Europe. Nepotismo, déficit democrático... Y en lo económico, entregarnos al ladrillo y olvidar que aún no hemos llegado a la orilla tras el naufragio. Esperemos que el apóstol ilumine a Rajoy y Merkel.