Al menos Jaume Matas no es 'Molt Honorable'

Emilio Pérez de Rozas

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Justo cuando se cumplía un año, justo, exacto, de su aparición ante decenas de periodistas para celebrar eufórico, sonriente, retador, soberbio que el Tribunal Supremo, ante la sorpresa general, había reducido su condena de seis años a nueve meses, Jaume Matas, que nunca tuvo la consideración de 'Molt Honorable', aunque siempre creyó merecerla, ha ingresado en prisión. En Segovia, una de las cárceles más alejadas de Palma donde está encerrada Maria Antònia Munar, la otra gran política mallorquina encarcelada.

Fue, en efecto, a finales de julio del pasado año cuando Matas, que si algo ha tenido siempre ha sido atrevimiento (no solo para comprarse un 'palacete', sino para creer que lo merecía), pregonó, ante la estupefacción de los turistas que llenaban el hotel de la Colònia de Sant Jordi, que "la verdad acabará imponiéndose en este caso y en otros". Y no fue la verdad sino la mentira la que acabó con Matas en la moderna cárcel de Segovia. "Siempre he creído que el tiempo y la justicia pondrían las cosas en su sitio", dijo aquel 23 de julio. Y, sí, en efecto, el sitio de Matas ahora es la cárcel. Aunque ha costado lo suyo, vaya.

Matas vuelve a vivir a costa de las arcas públicas después de saquearlas. Y lo hace como primer castigo a un largo periodo de juicios que debe afrontar y que le mantienen imputado por ocho delitos de tráfico de influenciasmalversación fraude, todos ellos penados con hasta 15 años de prisión en seis piezas judiciales distintas entre ellas, sí, el 'caso Nóos'.

Son muchos los que hoy, en la Mallorca soleada, que sigue gobernada por el PP, recordaron el piropo, uno de los más esperpénticos, lanzado por Mariano Rajoy en 2004: "Yo quiero un Gobierno como el que preside Jaume Matas en este momento en Baleares. Ese es el Gobierno que yo quiero para España". Un Gobierno que ha terminado en la cárcel.