Pequeño observatorio

En memoria de Rosalía

Nunca olvidaré el día en que Rosalía, una mujer admirable, nos abrió su casa de Baells para cobijarnos de un temporal de lluvia

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JOSEP MARIA ESPINÀS

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Me ha llegado una triste noticia. La muerte de la madre de Dori Carlos. ¿Era un personaje importante? Era una persona admirable que Isabel Martí, mi editora, y yo conocimos hace ya muchos años, cuando caminando por la Llitera montañosa nos cayó encima un temporal de agua. Conseguimos llegar a un pueblo, Baells, y encontramos refugio en una casa que nos abrió la puerta. Rosalía, una madre viuda desde hacía dos años, y sus dos hijos, Dori Carlos. Dori tenía 14 años, si no me equivoco, y Carlos solo 11.

Al cabo de tres horas aún llovía fuerte. Encendieron para nosotros una estufa para que se secara la ropa que llevábamos. No nos dimos cuenta de que el niño desaparecía. Al cabo de un rato volvió al comedor donde estábamos con un cuaderno en la mano. Llevaba un mapa hecho por él, por si nos podía servir en vez del nuestro mojado.

¡CUÁNTA SOLIDARIDAD CALLADA!

Isabel y yo nunca olvidaremos aquella tarde. Ni la tortilla que nos hizo, ni el café. ¡Cuánta solidaridad callada, la de la madre! ¡Qué trato tan natural de Dori y el pequeño Carlos con unos inesperados forasteros! Y qué suerte, la nuestra, poder vivir esas horas de discreta complicidad. No olvidaremos nunca aquella lluvia.

Un día, Isabel me organizó en Barcelona una cena para celebrar que yo cumplía 70 años. Con invitados importantes, si puedo decirlo. Invitó también, en Vía Veneto, al chico y la chica de Baells y los sentó en la presidencia. Nadie conocía a Dori Carlos, pero Isabel sabía que para mí eran tan o más importantes que cualquier amigo.

Han pasado muchos años, la chica ha estudiado lo que quería y ese niño se ha hecho hombre y ha decidido trabajar en el campo, como su padre. Carlos de Baells nos ha enviado cada año una felicitación por Navidad, por mi santo y también por mi aniversario. Durante casi 30 años nos ha tenido al corriente de la vida de los tres.

Ahora Carlos nos ha hecho saber que su madre ha muerto. La madre silenciosamente emotiva. Que nuestro abrazo os llegue a Baells.