EDITORIAL

El Mediterráneo, una fosa común

¿Qué dice del ideal europeo de civilización esta Europa-fortaleza insensible al drama migratorio?

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Más de 1.500 personas han muerto en aguas del Mediterráneo en lo que va de año mientras intentaban alcanzar tierra europea. Solo en la última semana han sido unas 1.100, contando a las casi 700 que fallecieron ayer en la que es la mayor tragedia de este tipo jamás acontecida en la gran frontera sur de la UE, aviso de la oleada que está por llegar tras el invierno. A nadie debería extrañarle: el Mediterráneo ostenta desde hace tiempo la triste marca de ser la región con más mortalidad del mundo en viajes clandestinos. Aunque solo sea por la tozudez y la reincidencia de las trágicas cifras, el «basta ya» que numerosos dirigentes de la UE y de países miembros emitieron ayer suena a  macabra melodía conocida. Las lamentaciones van por un lado y los hechos van por el otro: la operación Tritón, iniciativa de la Agencia Europea de Fronteras, es un dispositivo de control de fronteras (no de salvamento) con una escasísima dotación presupuestaria, pocos barcos y aviones y que actúa en un radio de acción que, como se vio ayer, es insuficiente: fue un mercante portugués al que la guardia costera italiana envió a rescatar a los náufragos. Urge dotar de mayor eficacia al dispositivo.

Tritón sustituyó a la operación Mare Nostrum,emprendida por Italia sin apenas apoyo del resto de socios de la UE (con la excepción de España) y que rescató a más de 100.000 personas. Los países del sur europeo llevan tiempo exigiendo más ayuda e implicación a los socios del norte, que actúan con la miopía de pensar que lo que sucede en el Mediterráneo no va con ellos. La política europea se centra en el control de las fronteras, en las exigencias de responsabilidad a los países de origen y la reducción del problema a una lucha contra las mafias. Todo ello necesario, y debe reforzarse, pero se obvia que la peor mafia y el mejor efecto llamada son la guerra, el hambre y el terrorismo de Al Qaeda y el Estado Islámico, solo por citar tres causas en las que Europa, dentro del juego geoestratégico, algo tiene que ver.

El papa Francisco recordaba ayer que los emigrantes «son hombres y mujeres que buscan una vida mejor, hambrientos, perseguidos, heridos, explotados, víctimas de guerras». ¿Qué dice del ideal europeo de civilización y democracia esta Europa-fortaleza insensible e indiferente a la fosa común en que se ha convertido el Mediterráneo?