El pulso independentista

Mediación imprescindible

La obligación de Europa y Occidente es dar el primer paso para intervenir, el más tímido, el más prudente, el más imprescindible: ofrecerse para interceder

Una multitud llena a Plaça Universitat.

Una multitud llena a Plaça Universitat. / periodico

XAVIER BRU DE SALA

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Este martes se produjeron unos hechos de enorme trascendencia. En toda Catalunya, la expresión del sentimiento unánime contra la represión, que une verdaderamente a los catalanes por encima de las múltiples diversidades. En Madrid, el encargo que Rajoy se ha hecho a través del Rey: restaurar el orden constitucional. Sin líneas rojas. El abismo al que nos vemos asomados se debe, no a las lógicas imparables de las actuaciones de los dos actores del conflicto, sino a la circunstancia más grave, la que estremece al mundo, la que se debate hoy en el Parlamento Europeo y no en el español. La misión encomendada es muy, muy difícil de cumplir sin otra ración de violencia represiva. Una o más, según la escalada que hoy prosigue con la imputación del mayor Trapero por sedición. No me refiero a los horribles excesos policiales del domingo sino a una violencia todavía más grave.

Pacifismlo y artículo 155

Dos datos más. Primero, la estrategia pacifista difundida por los líderes independentistas, que conecta con el sentimiento popular, se cumple al pie de la letra y neutraliza a los provocadores. Contra miles y miles de personas sentadas, toda violencia está condenada a la impotencia y al oprobio internacional. El segundo, que vuelve ridícula la vía del 155, es que los mossos no participarán de ella en ningún caso, por intervenidos que estén. Deberán ocuparse la policía nacional y la guardia civil, venidos de fuera e incontenibles. Más dolor, más impotencia y más vergüenza.

El panorama sería muy distinto si los partidarios del diálogo hubiéramos encontrado una rendija en Madrid en vez de recibir un portazo tras otro. Ayer, la negativa definitiva, solemne, por boca del Rey.

La confrontación ha sido considerada un asunto interno español, pero cuando no existe la menor posibilidad de que las partes del conflicto hagan nada para aflojar la tensión, sino lo contrario, DUI contra restauración forzosa del orden constitucional, la obligación de Europa y Occidente es dar el primer paso para intervenir, el más tímido, el más prudente, el más imprescindible: ofrecerse para la mediación.