GEOMETRÍA CIUDADANA

Media cabeza y por adelantado

JOAN TAPIA

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El director de este periódico habló el viernes de la semana trágica de Artur Mas. Sí, una semana infausta para el 'president', que ha perdido la primera y la segunda votación de su investidura, algo que no había ocurrido nunca desde la recuperación de la Generalitat. La pérdida de la segunda, cuando ya había entregado media cabeza, ha sido su jueves negro.

Artur Mas llegó zarandeado a la votación del lunes. Ya el martes 27 de octubre, cuando se conoció la propuesta de resolución pactada con la CUP que abogaba ya no por la independencia exprés, sino por la ruptura con la legalidad española en el plazo máximo de un mes, más de la mitad de su Govern explicitó serio malestar. El Govern que ha gestionado la emergencia económica desde el 2010 y ha seguido fiel al 'president' en el abrazo al independentismo se sintió ninguneado cuando Mas, abdicando del programa realizado, se lanzó a la proclama insurreccional para lograr el visto bueno de la CUP, que tanto había criticado su gestión. Artur Mas argumentó que no había otra opción --y dado el punto al que habían llegado las cosas tenía razón--, pero toda la Catalunya responsable que había confiado en él contuvo nerviosa la respiración. ¿Había perdido el norte el 'president'? ¿Estaba tirando por la borda toda la solvencia de CDC? ¿Arrastraba a Catalunya a un ruinoso choque de trenes?

Este lunes 8 de noviembre se vio que la CUP --que expresa con acritud la protesta social-- votó contra la investidura pese a la proclama insurreccional. Los editoriales de EL PERIÓDICO y 'La Vanguardia', los dos grandes diarios catalanes, más el del 'Financial Times', el más influyente de Europa, tocaron campanas de alarma. Y el jueves Artur Mas llegó contra las cuerdas a la segunda votación. Se ve en una gran foto de un Mas crispado junto a la vicepresidenta Neus Munté, que le mira con expresión de susto. Mantuvo la compostura formal pero se rindió. No solo proclamó que sería un presidente disminuido, sino que imploró que le eligieran. Aunque fuera solo por seis meses. Y para garantizarlo, firmaba una carta en blanco de dimisión: el compromiso de una moción de confianza tras el primer periodo de sesiones. Entonces la podrían activar solo votando en contra. Aceptaba ser un presidente quizá no florero, pero sí forzado a pedir permiso para todo a los diputados de la CUP.

¿Quién dirigiría entonces la acción política? ¿Debería negociar con el Estado vigilado por un comisario anticapitalista?

El jueves hubo una unánime consternación en CDC. Unos maldecían a la CUP. Otros concluyeron que la culpa era de la hoja de ruta aventurista del 'president'. Y dicen que HomsRull y Turull estaban indignados. Alguien (¿quién?) les había asegurado que si Mas se ponía en manos de la CUP --si admitía en público que sería un 'president' en libertad vigilada-- le darían el visto bueno.

Y de repente surge el temor a que un Mariano Rajoy crecido por la declaración de guerra de un ejército poco cohesionado se erija en una especie de Churchill de la continuidad española y revalide cuatro años más en la Moncloa. ¿Qué hacer entonces?

Artur Mas cree --pese a que la CUP repitieron el viernes que cualquier pacto pasa por otro candidato-- que tendrá otra oportunidad en una tercera votación. A CDC no le convienen nuevas elecciones --entre otras cosas porque repetir Junts pel Sí es problemático-- pero a la CUP todavía le interesan menos. Tienen 10 diputados y son la bisagra necesaria, los reyes del mambo. ¿Lo serían tras otra cita electoral? Y es posible que Antonio Baños y Anna Gabriel no pudieran repetir por estatutos, como le pasó a David Fernàndez pese a ser el político catalán más valorado. Si resiste hasta el final, en el último momento --tras las elecciones españolas-- la CUP cederá, aunque para ello deba renunciar a parte de sus poderes. Pero, ¿de que más puede desposeerse tras las cesiones del jueves?

La CUP piensa que es a CDC a quien menos interesan otras elecciones. Podría perder la Generalitat. En el último momento tendrán que entregar la cabeza de Mas y el clima antisistema y rupturista lo invadirá todo. Estarán en su salsa.

Y la sensación de desorden crece. Hay inquietud entre Mossos y funcionarios. También el jueves llegó uno de los golpes que Mas-Colell temía. La agencia Fitch profundizaba en el 'rating' de bono basura a la deuda de la Generalitat y lo atribuía a la declaración rupturista del lunes. En conflicto con el Estado, Catalunya pasa de la calificación de BBB- (de otras comunidades autónomas con problemas) a la BB, dos grados menos.

La guinda es la encuesta del CEO. El viernes se hacían públicos los datos que ya torturaban a Artur Mas desde el miércoles y que le acabaron de inclinar a claudicar. Si se repitieran elecciones, la CUP es el único grupo que sube con fuerza. Antonio Baños es el candidato más valorado y solo es superado por su segunda, Anna Gabriel. El irresistible encanto de la protesta. Una CUP crecida le cortaría la cabeza. Quizá por eso, el jueves Mas prefirió ofrecer media cabeza. Por adelantado.

EXPLICACIÓN DE LOS DOS HUEVOS FRITOS MÁS

Artur Mas es calculador. ¿Dónde está el error que ha dejado al presidente 'business friendly' del 2010 en manos de una fuerza anticapitalista? Quizá en prometer un objetivo demasiado ambicioso: romper España y desafiar a los estados europeos.

Cuando un político con poder, capacidad comunicativa y que se apoya en algo sólido --el catalanismo-- vende un objetivo grandioso --la independencia--, mucha gente se lo cree. Él se crece porque tiene el viento a favor. Pero enseguida sale alguien que lanza aquella reivindicación tan humana: ¡Y dos huevos fritos más!

En el 2012, Artur Mas pasó del catalanismo a la consulta independentista. Se creyó Moisés y bajó de 62 a 50 diputados. ERC dobló, de 10 a 21. Ahora se ha unido a Oriol Junqueras en Junts pel Sí. Quería la independencia en 18 meses. Los suyos decían, y creían, que se comía el mundo. Antonio Baños y Anna Gabriel han exigido dos huevos fritos más: independencia sí, pero también anarcosocialismo posmoderno. Junts pel Sí ha perdido nueve diputados; la CUP ha subido siete.