Matemáticas para limpiar Madrid
Contra la contaminación en las grandes ciudades propongo que solo puedan conducirse coches cuya matrícula sea un número primo y, en caso de polución severa, un número oblongo.
Juan Carlos Ortega
Hace días que se habla de la necesidad de reducir el tráfico en las grandes ciudades para frenar la contaminación. En Madrid se propuso activar el llamado 'escenario-3', consistente en alternar matrículas pares e impares en función del día de la semana.
Es una medida ingeniosa, qué duda cabe, pero las matemáticas ofrecen posibilidades mucho mejores. Par e impar son conceptos muy sencillos y tal vez sería adecuado que los conductores, antes de arrancar su coche, se vieran obligados a realizar cálculos más complejos con el fin de retrasar la emisión de dióxido de nitrógeno en los tubos de escape.
Propongo, por ejemplo, que algunos días de la semana solo puedan conducirse los coches cuya matrícula sea un número primo. El dueño del auto tendría entonces que ir dividiendo la cifra por todos los números entre 2 y el inmediatamente anterior a ella misma. Si alguna de esas operaciones ofrece un resultado exacto, su matrícula no sería prima y podría poner su motor en marcha alegremente. Lo ventajoso de mi propuesta es que los cálculos le llevarían toda la mañana, con la consiguiente disminución de dióxido de nitrógeno durante unas horas.
En el caso de detectar en las ciudades una contaminación severa, podríamos pasar a un escenario algo más complejo. En lugar de primos, lo adecuado en este caso serían los números oblongos. Como sin duda ya saben todos mis lectores, los oblongos son aquellos nacidos del producto de dos números naturales consecutivos, lo que viene siendo n (n+1). Para averiguar si tu matrícula es oblonga, es necesario resolver una ecuación de segundo grado y comprobar si el resultado es un número entero. Como la mayoría de los conductores (salvo los lectores de EL PERIÓDICO) tienen algo olvidados estos cálculos de secundaria, es posible que hallar el resultado les lleve casi todo el día, con lo que ganaríamos 24 horas sin contaminación.
EL PROTOCOLO FERMAT
Lo maravilloso de las matemáticas es que parecen no tener límite, algo que por desgracia comparte también la contaminación humana. De esta forma, podemos ir subiendo el nivel de complejidad en los cálculos en función del grado de polución en las ciudades. Si llegáramos a un escenario espantoso y casi irrespirable, entonces deberíamos activar el protocolo Fermat.
Llegado ese momento, las autoridades municipales deberían emitir el siguiente comunicado: "Conductores, solamente podrán conducir hoy los vehículos cuya matrícula sea el resultado de 2 elevado a 2 elevado a n, siendo n un número natural. Gracias".
Los dueños de los coches, ante el protocolo Fermat, se encerrarían en casa, descargarían en sus móviles aplicaciones de calculadoras científicas y, tras unas horas de ansiedad y bloqueo, decidirían acudir a la parada de autobús más cercana.
¿Se dan cuenta? La próxima vez que algún listillo de letras le diga que las matemáticas no sirven para nada, usted, inteligente lector de EL PERIÓDICO, dígale que tal vez gracias a ellas el ser humano empiece a utilizar de una vez por todas los sostenibles transportes públicos.
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