Dos miradas

Matar el lobo

Lluís Homar, más de 40 años de historia del teatro catalán, se confiesa en su libro de memorias como un actor que supo matar el lobo de la arrogancia para alimentar el de la compasión

Lluis Homar

Lluis Homar / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Los actores han escrito muchos libros de memorias. A veces, encontramos en ellos simples chismes, las mujeres o los hombres con los que se han ido a la cama, aventuras más o menos fantasiosas, el glamur que intuimos (solo intuimos) los espectadores. A veces, sin embargo, hay vida real, palpable, la vida que también «es un lugar maravilloso para aprender». A veces, están «las experiencias, los miedos, las esperanzas y las angustias, fracasos y éxitos, anhelos, inseguridades y certezas». Pasa con las memorias, por ejemplo, de Marlon Brando o de Katherine Hepburn. O con las de Lluís Homar ('Ara comença tot'), publicadas en Ara Libres en una edición de Jordi Portal.

Las comillas del párrafo anterior son del propio Homar en una entrevista a este diario. El libro nos enseña la fragilidad del hombre que quería ser Brando y que, una vez convencido de la inutilidad de la perfección y del triunfo, se abraza a la placidez que se consigue gracias a «la gran dosis de entusiasmo en reserva». Homar se reconcilia consigo mismo y muestra sus debilidades, sin pesar y sin pornografía. Son más de 40 años de un esfuerzo supremo. Más de 40 años de historia del teatro catalán, ciertamente, pero sobre todo, el análisis lúcido de un actor (uno de los mejores, sin duda) que supo matar el lobo de la arrogancia y alimentar el de la compasión. Arrinconó al «hombre de madera» (se confiesa así) para dar a luz al hombre que busca la sabiduría de las emociones.