Mas se quita 37 años de encima

Albert Sáez

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La remodelación del Govern de Artur Mas hay que leerla en clave del momento que vive el que ha sido su partido, Convergència Democràtica de Catalunya. La cara de felicidad de sus dirigentes durante la última semana no responde a ninguna encuesta. Ni a la ilusión que les provoque la propuesta del president en la conferencia del pasado sábado para diluir las siglas en las elecciones del 27-S. El alivio proviene de la marcha de Duran. La ruptura con UDC supone para la generación que ahora dirige el partido un escenario favorable en cualquiera de las circunstancias. Si Mas gana el 27-S, hará más fáciles los acuerdos con Esquerra y con el resto de formaciones soberanistas si llegan a sumar. Si Mas pierde el 27-S, la refundación será solo de CDC, y Duran no podrá aspirar a la sucesión. Los que van a mandar en CDC después de Mas ganan en cualquier circunstancia. 

El nuevo Govern ha servido para que Mas promueva al grupo que gira entorno a Josep Rull y a su manera de ver las cosas. Y aquí emerge la figura de Neus Munté, vicepresidenta y portavoz con pedigrí de la UGT y que ha capeado los recortes sociales con más entereza que Boi Ruiz los sanitarios. El otro nombre a retener es el de Carles Campuzano que, de rebote (por la marcha de Jordi Jané al Govern), en los cambios del grupo parlamentario en Madrid asciende a portavoz adjunto, de momento, porque no está claro que el pacto de no agresión con Duran se mantenga tras la disolución del Parlament. En todo caso, Campuzano -el diputado que impulsó el fin de la mili en España- es un personaje muy bien valorado por el Tercer Sector en Catalunya y en España, experto en pensiones y conocedor de las tendencias europeas en materia de protección social. Campuzano ha sobrevivido a los pactos con el PP y con el PSOE en el Congreso tanto de Molins como de Trias y Duran que le han dejado su parcela conocida como las cosas "d'en Carles". Está llamado a destinos más altos. 

La tercera pieza simbólica a observar es el nombramiento de Meritxell Borràs como consellera. Hija de un fundador de CDC con Pujol -Jacint Borràs- es un mensaje a los más viejos del lugar. Se refunda pero se mantiene la esencia y el respeto para el legado que no para el personaje como ha intentado hacer la nueva consellera en la comisión de investigación del Parlament. Ha sublevado a la oposición pero no ha puesto de los nervios a los clanes iniciales del partido.

Con el partido tranquilo, Mas se libra de pleno a la batalla por su lista. La llamada a las entidades soberanistas no es muy diferente de aquella conferencia de Pujol en Esade cuando pidió pasar de "hacer país a hacer política". Ni Òmnium ni la AMI (los municipios por la independencia) le seguirán. Y la llamada Assemblea Nacional Catalana posiblemente no lo hará orgánicamente. Pero le basta con que den libertad a sus asociados para integrarse en la lista. Lo que busca Mas es pasear por los pueblos y ciudades junto al referente local de la ANC durante la campaña, con esa camisa blanca que empezó en Molins de Rei. Serían los círculos de Mas.

El partido en estado de hibernación, el Govern con cara de sociademócrata y la lista musculada por las entidades. Mas se ha puesto en campaña antes que los demás. Se propone confrontar la unidad catalana a la unidad popular y no hace otras cosa que "confluir" como lo intenta la izquierda emergente. En un plis-plas intenta quitarse de encima 37 años y volver a ser el pal de paller, ahora del soberanismo y del independentismo. Veremos como le sienta el bótox pero acusarlo de dividir a Catalunya no hace otra cosa que volver a caer en el error habitual de la "superioridad moral" de la izquierda. Y así les va.