Opinión | Editorial

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Mas razona el recorte

La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.

En el debate de política general, el discurso inicial del president -con Pujol, Maragall y Montilla- siempre ha tenido cierto aire publicitario. Volvió a pasar ayer, quizá más por la inmediatez de las elecciones generales en las que es posible que, por primera vez, CiU supere al PSC. Pero lo más vivo -esperemos que hoy no sea una excepción- es siempre el cara a cara entre el president y los portavoces parlamentarios.

El acierto de Mas fue no solo no esconder, sino razonar, la política de austeridad. Tiene razón en que el déficit de Catalunya -que este año llegará ya a 1.470 millones de euros- no podía seguir doblándose cada dos años. Había que cortar la espiral diabólica. Aunque el buen nombre de Catalunya exigía reconocer que el déficit se debe a la conjunción de un disparo de los gastos, causados por la crisis, y de la caída de ingresos tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.

Pero el rigor en el gasto no justifica el desorden que hemos visto en algunos recortes en sanidad, o cambiar -sin aviso previo- el sistema de pago de los que cobran la renta mínima. La mayoría de ese colectivo son necesitados, no defraudadores. Tampoco es justo sacar las tijeras en el gasto mientras se liquida el impuesto de sucesiones para el 4% más rico, los que lo pagaban tras la reforma del tripartito. Y no es creíble esgrimir ahora un inconcreto impuesto sobre las grandes fortunas. Lo fundamental fue la insistencia en la «transición nacional» que se concreta en la reivindicación del pacto fiscal. Mas reconoce que el autogobierno catalán ha avanzado, pero saca conclusiones exageradas de los errores del PSOE -y de los ataques del PP- que llevaron a la sentencia del Estatut. El pacto fiscal puede estar bien, pero plantearlo ninguneando lo logrado hace tres años con el último pacto de financiación no ayudará a que el PSC pueda suscribirlo. Y sin el PSC (el PP ya ha dicho que está en contra) la unidad resultante de Catalunya queda pequeña.

Finalmente, es muy positivo el decidido tono europeísta del discurso. Una Europa auténticamente federal es no solo conveniente, sino imprescindible, para superar la crisis. Pero España es una pieza demasiado importante (la cuarta economía de la zona euro) para ignorarla.