No más héroes

Son 6.500 personas a la deriva. Muchos niños entre ellos. Las imágenes estremecen. Barcazas atestadas a punto de ser engullidas. El mar salpicado de rostros desesperados. Y, entre ellos, los barcos de Proactiva Open Arms y de Médicos sin Fronteras salvando miles de vidas… Este es el resumen de la interminable jornada de este lunes. Personas desfalleciendo y personas tendiendo la mano. Personas sin nada y personas capaces de darlo todo. Un océano de héroes mientras los villanos tiñen de sangre la tierra y juegan a la conquista desde sus despachos.

Pero, como en una ensoñación, nos cuesta frotarnos los ojos, forzarnos a mirar y, aún más, obligarnos a sorprendernos, a exclamarnos, a rebelarnos. ¡6.500 en un día! Madres que entregan a sus hijos a los brazos de los salvadores. Hombres que no pueden controlar su nerviosismo y se lanzan al mar. Niños que lloran. Entre ellos, unos gemelos de cinco días. Y nos preguntamos qué sería de ellos si no existieran organizaciones -personas- que, más allá de los gobiernos, más allá de la política, más allá del silencio, siguen lanzándose al mar. Y pensamos en lo que ocurre cuando cierran los ojos. Cuando los héroes duermen. Cuando preparan su maleta. Quizá deben regresar a un empleo. Quizá simplemente tienen que desconectar, descansar unos días para no volverse locos. Y se marchan con la angustia de los que dejan atrás. La impotencia. La tristeza. Qué bello sería un mar sin héroes. Solo con vida.