MIRADOR
Mas hace mutis con pirueta
Ayer el president nos sorprendió revelando su plan B. Hasta ahora se seguía especulando sobre la posibilidad de que intentara llevar a cabo la consulta secesionista de cualquier forma. Lo había insinuado alguna vez, el famoso «sí o sí» y la afanosa búsqueda en los últimos meses de otras legalidades donde ampararse. Ahora reconoce ya explícitamente que sin el aval del Estado no es posible. Por lo menos en este punto pone fin a las fantasías. Otra hipótesis muy comentada este verano es que la escenificación de la consulta no tuviera otro fin que caldear el ambiente para convocar elecciones con carácter plebiscitario. Es la alternativa que apuntaba el informe del Consell per a la Transició Nacional: las elecciones como sucedáneo de la fallida consulta. En el marco de la estrategia rupturista, parecía lógico suponer que se celebrarían también en el 2014. Sin embargo, hace unos meses, Mas ya señaló que su deseo era agotar la legislatura, con o sin consulta. Aún así, la radicalización del ambiente que la propia CDC está alimentando día a día, bien sea para contentar a ERC o ya por propio convencimiento, generaba muchas dudas. Ayer Mas se refrendó en esa posición, con lo que despeja el hipotético accidente insurreccional, el famoso choque de trenes tan querido por el conseller Francesc Homs.
En definitiva, el Govern va a seguir dando los pasos hacia la consulta para cumplir el pacto con ERC, incluso señalando una fecha, aún sabiendo que, finalmente, tendrá que suspenderse (aplazarse, tratarán de vendernos ahora). Pero, eso sí, piensa estirar la legislatura hasta el final. Tiene a su favor que no hay alternativa parlamentaria posible a CiU y que, en el peor de los casos, aprobadas las cuentas del 2014 (si ERC no se echa para atrás), podría prorrogar los presupuestos del 2015, e ir ganando tiempo hasta el 2016. Esta opción supone un enorme jarro de agua fría para muchos independentistas, para casi todos los que participarán en la cadena humana que sueñan con convertir el tricentenario en un año milagroso, y que estaban convencidos de que algo ocurriría, consulta o elecciones.
Es pronto todavía para calibrar la reacción de ERC, sobre todo el impacto entre sus bases asamblearias, o en el potente entramado asociativo secesionista, que necesita objetivos no demasiado alejados en el calendario. Mas intentó vender ayer lo que es un indudable paso atrás en las expectativas de muchos en un nuevo gesto desafiante: el anuncio de que, si no hay consulta, habrá elecciones plebiscitarias dentro de tres años. De entrada, supone otro engaño, porque en democracia las elecciones son pluralistas y él no puede convocarlas con ese carácter. Seguro que los medios gubernamentales lo venderán como otra osadía, pero no es más que un mutis con pirueta.
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